Las Montañas de Fuego registran altas temperaturas y su color rojizo junto con la distorsión óptica del calor producen la sensación de fuego ardiente en la lejanía. Foto: 123RF.

Las Montañas de Fuego de Viaje al Oeste

Las Montañas de Fuego es un famoso episodio de Viaje al Oeste, la gran novela clásica china. Pero su existencia es real y son una famosa atracción turística. Situadas en el punto más caluroso de China, tienen un color rojizo y en ellas no crece ni una brizna de hierba. El intenso calor de Xinjiang proyecta una intensa luz rojiza y parece que la montaña arda con humo de llamas.

Reportaje de 
Peng Yirui
彭伊睿
Las Montañas de Fuego (火焰山, Huǒyàn shān), llamadas Kizil Tag en lengua uigur, están situadas al norte de la Depresión de Turpan, en la Región Autónoma Uigur de Xinjiang, y son una famosa atracción turística. Estas montañas, que tienen un color rojizo y una altura media de unos 500 m sobre el nivel del mar, se extienden a lo largo de más de 100 km de este a oeste con multitud de macizos donde no crece ni una brizna de hierba.

Este lugar es el punto más caluroso de China, llega en verano a los 50 ºC, y en su superficie más cálida se alcanzan los 70 ºC. Sus habitantes dicen que en la arena se pueden hasta freír huevos y cocinar daping (大饼, una especie de torta) sin necesidad de hacer fuego, lo que no ofrece dudas sobre la intensidad de sus altas temperaturas. En verano se registran muchas horas de sol en Xinjiang, lo que proyecta una intensa luz rojiza sobre las Montañas de Fuego durante todo el día que las cubre con su calor y que da la sensación, desde lejos, que la montaña arde con humo como si estuviera en llamas.

Sun Wukong y la Princesa de Hierro en una imagen del libro «Viaje al Oeste» editado por Shidetang Hall de Jinling en 1592. Wikimedia commons, dominio público para «Princess Iron Fan».
Sun Wukong y la Princesa de Hierro en una imagen del libro «Viaje al Oeste» editado por Shidetang Hall de Jinling en 1592. Wikimedia commons, dominio público para «Princess Iron Fan».

Viaje al oeste (西游记, Xīyóu Jì)

Si se habla de las Montañas de Fuego, todos en China se acuerdan de la obra Viaje al oeste (西游记, Xīyóu Jì). En este famoso libro clásico, una de las cuatro grandes novelas de la literatura china, el monje Xuanzang (唐僧, Táng Sēng) y sus cuatro acompañantes viajaron al oeste y hallaron diversos obstáculos por el camino, al mismo tiempo que sentían un calor cada vez más sofocante e insoportable.

Finalmente encontraron a un anciano que vivía cerca de las montañas y le preguntaron: “Si estamos en otoño, ¿por qué hace tanto calor aquí, como si fuera verano?”. El anciano respondió: “Muy cerca de aquí se encuentran las conocidas como ‘las Montañas de Fuego’, donde hay constantes llamas durante todo el año, por eso hace un calor abrasador y no hay otoño ni primavera, solo un eterno y tórrido verano”.

La Princesa del Abanico de Hierro

El monje y sus acompañantes no sabían cómo atravesar la montaña, así que tuvieron que pedir prestado a la Princesa del Abanico de Hierro (铁扇公主, Tiěshàn gōngzhǔ) su aventador para poder apagar las llamas y continuar la travesía. Pero la princesa del Abanico de Hierro era la madre del muchacho Rojo y la mujer del todopoderoso rey Toro.

Xuanzang ya había tenido un desagradable encuentro con el muchacho Rojo, que quiso comérselo, así que fue Sun Wukong (孙悟空) el que se encargó de conseguir el abanico. En su primer intento, acabó saliendo despedido por los aires con un solo movimiento del abanico de la princesa.

Para su segundo intento, obtuvo un elixir que le permitió ser inmune a los poderes del aventador pero la princesa le cerró la puerta. Lo que hizo entonces fue hacerse pequeño para meterse en la taza de té de la princesa y así acabar dentro de su estómago cuando se lo bebiese. Una vez dentro, aumentó de tamaño y empezó a golpearle el estómago, causándole terribles dolores hasta que no tuvo más opción que prestarle el abanico.

La Princesa del Abanico de Hierro y Sun Wukong. La imagen es una pieza de ukiyo-e, impresión de madera, de Tsukioka Yoshitoshi en el S. XIX. Wikimedia commons, dominio público para «Princess Iron Fan».
La Princesa del Abanico de Hierro y Sun Wukong. La imagen es una pieza de ukiyo-e, impresión de madera, de Tsukioka Yoshitoshi en el S. XIX. Wikimedia commons, dominio público para «Princess Iron Fan».

El abanico y Sun Wukong, el rey mono

Sun Wukong se lo llevó a las Montañas de Fuego y lo usó, pero las llamas se hicieron más y más grandes hasta superar los 30 m de altura. Entonces comprendió que el abanico que había llevado era falso. Con mucho ingenio, se convirtió en el rey Toro y fue de nuevo a ver a la princesa del Abanico de Hierro, obteniendo finalmente el verdadero y preciado instrumento para sofocar así las llamas de las montañas y continuar su viaje al oeste.

Sun Wukong, el Rey Mono. Ilustración de Matsukawa-Hanzan (1818-1882). Wikimedia commons, dominio público.
Sun Wukong, el Rey Mono. Ilustración de Matsukawa-Hanzan (1818-1882). Wikimedia commons, dominio público.

La otra leyenda de Las Montañas de Fuego

Existe también una historia sobre el origen de estas montañas. Se cuenta que quinientos años antes, cuando Sun Wukong se rebeló contra el Cielo, estos montes no existían. Sun Wukong fue capturado por el Señor Supremo Lao, quien lo apresó y lo encerró en el Brasero de los Ocho Trigramas. Tras superar sin dificultades numerosas pruebas salió de ese lugar de un salto y lo tumbó. El fuego que vertió este brasero se convirtió en las Montañas de Fuego.

Montañas de Fuego. Wikimedia commons, dominio público.
Montañas de Fuego. Wikimedia commons, dominio público.

Pero esto no es más que una leyenda. En realidad, estas inusuales Montañas de Fuego se formaron a raíz de las particulares características geográficas y climáticas de la región: por su continua e irregular extensión estas montañas cubiertas de desfiladeros son fruto de los movimientos tectónicos durante millones de años. Las Montañas de Fuego están situadas en la Depresión de Turpan, en el interior de Eurasia, muy lejos del mar y alejadas de cualquier humedad, con cambios de altura que hacen de este un lugar especialmente seco y caluroso, convirtiéndose en “el único horno que existe más allá del paralelo 42 norte”. 


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Publicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.
Número 41. Volumen II. Marzo de 2017.

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