Las terrazas de arroz de la minoría étnica china hani en Honghe son campos escalonados cultivados a lo largo de las laderas de las montañas que durante siglos han domeñado la erosión de la tierra y el agua. Con buena ventilación y suficiente luz, son muy favorables para el crecimiento de los cultivos. Desde 2013 son Patrimonio de Humanidad de la UNESCO.
Artículo de
Zhou Fuqin
周福芹
Las terrazas son campos escalonados cultivados a lo largo de las laderas de las montañas que durante siglos han domeñado la erosión de la tierra y el agua. Con buena ventilación y suficiente luz, son muy favorables para el crecimiento de los cultivos. Ya durante las dinastías Qin (秦, 221-207 a.C.) y Han (汉, 206 a.C.-220 d.C.), China empezó a cultivar las terrazas que estaban principalmente distribuidas en el suroeste, sobre todo en las provincias de Guangxi y Yunnan.
Las terrazas de arroz de las minorías étnicas hani y yi en Honghe son la tercera de su categoría más famosas del mundo y se encuentran en la provincia de Yunnan. En esta amplia zona se ubica el distrito de Yuanyang, de decenas de hectáreas, epicentro de las espectaculares terrazas.
La mejor temporada para contemplar los campos escalonados de Yuanyang es de noviembre a abril, pues durante esta época están inundados de agua, por lo que parecen tener una capa transparente. Forman un paisaje magnífico entre luces y sombras similares a la superficie de un espejo pulido. Si visitas el lugar durante la Fiesta de la Primavera, puedes ver el paisaje dentro de un mar de nubes; mientras que si vas cuando celebran la Fiesta de los Faroles, puedes ver toda la montaña cubierta de árboles verdes y flores multicolores. Uno de los mejores lugares que se suele visitar a primera hora de la mañana se llama el árbol Duoyi. El sol recién nacido dispersa la niebla matinal cubriendo las terrazas con una capa de luces doradas. Los pueblos de las nacionalidades yi y hani, situados entre las nubes y la niebla son tan hermosos y pintorescos que parecen un sueño irreal y un paraíso místico. Por su parte, la zona llamada La boca del tigre es el mejor destino para contemplar la puesta de sol, justo cuando los continuos campos escalonados parecen un abigarrado mar ondulante con las luces del sol reflejándose en su superficie.
Las terrazas de Yuanyang varían según las características físicas de la montaña. Se cultivan campos grandes en las laderas suaves, mientras que en las abruptas se siembran campos pequeños, incluso se puede cultivar también en las grietas y recovecos, por lo que normalmente una ladera puede tener decenas de miles de acres de terrazas. El distrito Yuanyang está lleno de montañas altas, cuyas pendientes oscilan entre 15 y 75 grados. Por eso hay campos escalonados por todos lados, sean en laderas suaves o abruptas. A veces, los niveles de una terraza pueden alcanzar más de tres mil escalones, lo cual es algo único en el mundo.
Curiosamente, las diversas minorías étnicas que residen en las zonas montañosas de Yuanyang casi se pueden dividir dependiendo de la altitud sobre el nivel del mar. Así, por debajo de los 600 metros vive gente de la nacionalidad dai, de los 600 a los 1000 metros viven los zhuang, de los 1400 a los 2000 metros encontramos mayoritariamente a los hani y a más de esa altura están los miao y los yao. Por su parte, los han viven en pueblos bajos a lo largo de la carretera. La zona donde vive la gente hani goza de un clima suave, con abundantes lluvias y sol, por lo que es muy apta para el crecimiento del arroz.
Estas montañas muestran de una forma viva la larga historia del crecimiento del pueblo hani. Hace unos 1200 años en la dinastía Tang (唐, 618-907), los antepasados hani se trasladaron a esta zona desde el norte. Comenzaron a cultivar los campos escalonados y acumularon mucha experiencia y métodos científicos. Buscaron terrenos que daban al sol, con suaves pendientes y con un buen mantenimiento de agua subterránea todo el año. Cuando faltaba tierra en las zonas altas, la transportaban con cestos desde el pie de la montaña; para evitar la erosión del suelo, construyeron presas y marjales con piedras al borde de los campos; cavaron canales para conducir el agua al sembrado, etc. Si se encontraban con una roca que no podía mover, la calentaban hasta que se ponía al rojo vivo y le echaban agua fría para romperla en trozos pequeños. Poco a poco aplanaron la superficie para hacerlas planas. En el pasado no contaban con instrumentos de medición, por lo que utilizaban el agua para nivelarla y unas maderas para regular el caudal de riego de pendiendo de las necesidades. Inventaron también un método para fertilizar los campos mediante la acumulación de estiércol de ganado en un estanque, así cuando se abría y corría el agua, fertilizaba los campos a la vez que los regaba.
Incluso hoy en día, los niños hani continúan jugando a un juego antiguo consistente en excavar terrazas, cultivar arroz, hacer canales, etc.; mientras que las chicas cargan cestos en la espalda, cogen caracoles o pescan anguilas.
Desde la antigüedad, las terrazas de Yuantian han gozado de una gran vitalidad y todavía hoy en día son la base de la vida tanto material como espiritual para el pueblo hani, siendo el punto de unión entre la naturaleza, la humanidad y la cultura china, mientras que otras obras realizadas por el hombre han perdido su carácter original y la función primigenia para la que fueron hechas.
El agua que conserva las más de 60.000 hectáreas de las terrazas de Yuanyang forma numerosos arroyos, manantiales, cascadas y lagos que proporcionan el preciado líquido tanto para uso doméstico como laboral en el distrito. Encima de cada pueblo hay frondosos bosques, mientras abajo están los campos escalonados. Las viviendas en cada pueblo son casas hechas de paja, por lo que, debido a su apariencia, las llaman “casas seta”. Este hermoso hogar de los hani está construido principalmente por cuatro elementos que se mezclan de una forma armoniosa: agua, bosques, pueblos y terrazas.
En la opinión del pueblo hani, las terrazas cultivadas no son una conquista simbólica de la naturaleza, tampoco están ahí para asombrar a los turistas. Están convencidos de que hay muchos dioses que dominan la naturaleza y viven entre las montañas y los ríos. Es una bendición de los dioses que el pueblo hani resida en estos parajes de generación en generación. Durante siglos se ha cuidado cada hierba, cada árbol, cada pedazo de tierra y cada piedra de los hogares. Tal vez sea esta la razón principal del mantenimiento perfecto de las terrazas hani a través de miles y miles de años.