Los Guerreros de Terracota (bīngmǎyǒng o 兵马俑) del emperador Qin Shi Huang (259-210 a.C.) suponen una de las más fabulosas herencias que la antigua civilización china haya regalado a la humanidad. Con sólo 13 años de edad el emperador mandó edificar su propia tumba cuya construcción duró casi 40 años, en la que participaron más de 700.000 trabajadores y que es hoy conocida como la “octava maravilla del mundo”.
Artículo de
Sun Hongwei
孙洪威
La construcción duró casi cuarenta años, durante los cuales participaron más de setecientos mil trabajadores, cifra descomunal teniendo en cuenta que, en aquel entonces, la población total del país era de unos veinte millones de personas.
Estamos ante un testimonio funerario de un emperador obsesionado por la vida eterna. Esto se refleja tanto en su tumba como en su historia, con el relato sobre la expedición de Xu Fu para encontrar las Islas de la Inmortalidad.
Las fosas de los Guerreros de Terracota, situadas a un kilómetro y medio al este del mausoleo del emperador Qin Shi Huang, son unas sepulturas que contienen principalmente objetos funerarios y artículos de guerra. Por lo excavado hasta la actualidad, se puede sospechar que se tratara del mayor mausoleo jamás construido a lo largo de la historia.
Los guerreros de terracota de la Fosa Número 1
Al entrar en la Fosa Número 1 del mausoleo que hace las veces de museo, la escena que aparece delante de nuestros ojos sorprende por su espectacularidad. Cientos de soldados, alineados en posición de marcha, forman la vanguardia de todo el ejército que custodia el panteón funerario del que fuera el primer emperador de China.
Detrás de ellos aparecen desplegadas 38 columnas con miles de contendientes ataviados con armaduras, lanzas y escudos. Da la sensación de estar esperando la orden para lanzarse a la batalla. En medio de cada columna hay cuadrigas flanqueadas por soldados. Parece que se pueden oír los relinchidos de los caballos, el ruido producido por los carros de combate y los gritos lanzados por la armada china.
Sin embargo, más bien sucede al contrario: aunque da la impresión de estar a punto de abalanzarse como una avalancha, el ejército de Qin Shi Huang es completamente silencioso. Pero, ¿cómo y cuándo se descubrieron estos guerreros de terracota?
El descubrimiento de la tumba
En 1974, en una aldea de Xianyang, cuando unos campesinos cavaban un pozo, para su gran sorpresa, descubrieron unas figuras de terracota, algunas con formas humanas, algunas con formas de animales. Posteriormente, una excavación arqueológica sacó a la luz los guerreros de terracota de Qin Shi Huang, tras pasar más de dos mil años olvidados y enterrados. Fue entonces cuando un gran ejército subterráneo se presentó ante el mundo, dejando boquiabiertos a todos.
El lugar donde los campesinos descubrieron esos trozos es lo que corresponde actualmente a la Fosa Número 1. Es la más grande entre las tres que existen, y tiene una superficie aproximada de 14.000 metros cuadrados. Contiene una formación completa de tropas.
Las figuras de los soldados tienen la medida real de una persona de esa época. La tropa de vanguardia está dispuesta con setenta figuras de guerreros en tres columnas. Detrás va la fuerza principal, que está compuesta por unas 6.000 figuras armadas en 38 columnas.
En ambos lados hay un equipo de 180 guerreros que forman las alas del ejército. Además, hay 32 caballos de terracota, y cada cuatro llevan un carruaje con su correspondiente auriga. El numeroso ejército ocupa una gran área y da sensación de majestuosidad y magnificencia.
Distintos tipos de guerreros en la Fosa Número 2
En la Fosa Número 2 podemos ver un ejército con diferentes tipos de soldados. En primer lugar, está la brigada de arqueros, con 60 ballesteros de pie situados alrededor de 160 peones arrodillados en el centro. Esta disposición funciona del siguiente modo: cuando los enemigos se acercan, los ballesteros de pie disparan en primer lugar y luego entran en acción los arqueros, así sucesivamente, de esta manera se consigue que el ataque sea continuo.
En la parte derecha se encuentran los carros, cada línea tiene ocho y en total hay ocho filas. Cada carro es llevado por cuatro caballos. Detrás de los caballos, hay tres guerreros. El que está en el medio lleva la brida del caballo, los otros dos llevan armas alargadas como lanzas. Mientras en la parte izquierda está el regimiento de caballería de 108 guerreros y 180 caballos de terracota que se alinean en once columnas de forma rectangular.
En total en la Fosa Número 2 hay más de 1.300 guerreros y caballos de terracota, 80 carros y decenas de miles de armas de bronce. Es un gran ejército compuesto por ballesteros, soldados en carro y caballerías. Todo muy bien dispuesto y ordenado por filas paralelas.
La Fosa Número 3
La Fosa Número 3 es la más pequeña en cuanto a superficie, pero era la más importante al albergar el Mando Supremo de los tres ejércitos. Por desgracia, no se ha excavado en su totalidad, aun así dispone de un carro y 68 guerreros de terracota.
El descubrimiento de los guerreros provocó una gran repercusión en todo el mundo, no solo por su majestuosidad sino también por su alto nivel artístico escultural. Las figuras de cerámica de guerreros y de caballos tienen la misma medida que los humanos y caballos de verdad. Los guerreros de Qin Shi Huang miden aproximadamente 1,85 metros, mientras los equinos unos 1,6 metros de altura.
Pintados de vivos colores
Todos están pintados con colores vivos y armonizados. Pero al sacarlos a la luz, la oxidación produjo que la pintura se desvaneciera en menos de diez segundos y se convirtiera automáticamente en cal. Ahora solo se pueden ver las huellas de los restos de los matices multicolores. Todos los guerreros y los caballos de terracota tienen una apariencia muy real y no exageran las caras o los gestos.
Cada rasgo de las expresiones faciales, así como la forma de la cabeza, el pelo, las cejas, los ojos, la nariz, los labios, el bigote, las orejas, etc. de cada guerrero presenta características propias, y están llenos de dinamismo y energía. En general, todos los elementos han sido realizados con un estilo simple pero vigoroso.
Entre los guerreros se distingue que los que están de pie son todos muy altos, fuertes y atléticos, mientras que los que están arrodillados destacan por estar en una postura ágil pero alerta, con una expresión facial llena de coraje y con la mirada fija hacia delante, vestidos con hábitos de batalla, con armadura, y con el cuerpo ligeramente hacia adelante. Incluso los pliegues de las armaduras cambian según las posturas de los guerreros, lo cual muestra que fueron esculpidos esmeradamente hasta tal punto que parecen tener vida propia.
Los caballos de terracota
Los caballos de terracota también ocupan una gran cantidad de espacio en las tres fosas, llegan a unos 600 y tienen diferentes usos, algunos son para tirar carros, otros de batalla. Son más reales y vivos que las figuras de los guerreros. Tienen el mismo tamaño que los caballos de verdad y el estilo en el que han sido esculpidos es simple y vivo. Se puede observar la firmeza de sus huesos, el vientre se retrae hacia arriba, con cuatro patas de pie, crines elevadas, la cola levantada, llenos de energía.
Lo que más sorprende a todos es la cabeza erguida de los caballos, con el rostro tan perfectamente esculpido que parece haber sido perfilado con un cuchillo, con las imponentes orejas, las fosas nasales entreabiertas, los labios un poco cerrados, los ojos poco destacados, en conjunto destaca su realismo y su viveza.
Las esculturas pintadas de los guerreros y caballos de terracota son tan realistas, tan vivas, que asombra el nivel de las técnicas escultóricas de hace más de dos mil años.
En 2004, un total de 104 piezas fueron expuestas en Barcelona, donde recibió más de un millón trescientos mil visitantes con motivo del Fórum Universal de las Culturas, y Madrid, lo que da una idea de la popularidad de los guerreros en el país ibérico.
En 2010 el proyecto arqueológico de los guerreros de terracota del emperador Qin Shi Huang ganó el Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales. Don Felipe de Borbón, entregó los galardones a los premiados y les dirigió las siguientes palabras: “Se puede decir que el trabajo de los arqueólogos chinos es perfecto. Gracias a sus logros científicos son admirados en todo el mundo. Ellos muestran a escala mundial la preciada historia y la cultura china de hace mas de dos mil años, lo cual es una gran contribución a la civilización humana”.
Publicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.
Número 11. Volumen II. Marzo de 2012.