Las enseñanzas de Confucio, el filósofo de moda

Las enseñanzas de Confucio —el mayor filósofo, maestro y pensador de toda la historia de China y de fama mundial— están siendo recogidas por las actuales generaciones de chinos que desean aplicarlas ahora a la realidad de un país en continuo crecimiento, desarrollo económico y explosión consumista.

Escultura de Confucio en el templo dedicado al filósofo en Beijing.
Escultura de Confucio en el templo dedicado al filósofo en Beijing.

Reportaje de
José Vicente Castelló 
何维柯
Las enseñanzas de Confucio —el mayor filósofo, maestro y pensador de toda la historia de China y de fama mundial— están siendo recogidas por las actuales generaciones de chinos que desean aplicarlas ahora a la realidad de un país en continuo crecimiento, desarrollo económico y explosión consumista. Incluso Hanban —Órgano Ejecutivo del Consejo Internacional del Idioma Chino— pensó en su nombre para difundir la enseñanza del mandarín en todo el mundo a través de los Institutos Confucio, cuya red cuenta ya con más de 300 centros docentes. Así, sus obras se leen ahora como las de los viejos clásicos occidentales y sus máximas y consejos se valoran como se hizo en la antigüedad, revalorizando el carisma de las enseñanzas de Confucio

Conocido en Occidente por su título de respeto, derivado de Kong Fu Zi (Kong, el Sabio), su verdadero nombre era Kong Zi. Filósofo, teórico social y fundador de un sistema ético, vivió en la China feudal de hace 2.500 años —entre el 551 y el 479 a.C.—. Su pensamiento fue introducido en Europa por el jesuita Matteo Ricci (1552-1610), primera persona en latinizar el nombre de Confucio.

Nació en el pueblo de Qufu, en el antiguo reino de Lu —actual provincia de Shandong—, en el seno de una familia de terratenientes descendientes de la familia real de la dinastía Shang (1600-1046 a.C.), el clan de los Kong, durante el Periodo Primavera y Otoño (770-475 a.C.). Su padre murió cuando Confucio tenía tres años y dejó a la familia en la pobreza. Confucio, a pesar de ello, recibió una esmerada educación hasta que su madre falleció cuando él contaba con 17 años de edad, quedando huérfano de padre y madre siendo muy joven, lo que le llevó a pasar una adolescencia llena de penurias y tristezas.

Confucio lamentaba el desorden característico de sus tiempos, así como la ausencia de modelos morales que revirtieran tal situación. Por ello, llegó a la conclusión de que el único remedio era recuperar y difundir entre la población los principios y preceptos de los sabios de la antigüedad.

Con 20 años,  trabajó en los graneros estatales y como pastor cuidando de cabras mientras compaginaba sus estudios, hábito que no le abandonaría en toda su vida. Ya de adulto, trabajó para la administración del Estado de Lu como educador y político, llegando a alcanzar el rango de Ministro de Justicia a los 52 años. Durante este periodo, Confucio estableció numerosas reformas que condujeron a una administración de justicia caracterizada por su imparcialidad y por la práctica erradicación del crimen. Sin embargo, dimitió del cargo años más tarde, ya que no estaba de acuerdo con la política que seguía el príncipe, y se dedicó en pleno a la enseñanza y sin llegar a poner nunca en marcha los ideales políticos que tanto anhelaba.

Así, viajaba solo de un lado a otro instruyendo a los contados discípulos que se reunían en torno a él. Su fama como hombre de saber y carácter, con gran veneración hacia las ideas y costumbres tradicionales, pronto se propagó por el reino de Lu y luego a toda China. Además de enseñar, Confucio catalogó y ordenó los poemas, la historia, los rituales y la música de la dinastía Zhou (1046-256 a.C.). Estos documentos se convertirían más tarde en obras clásicas y en material de enseñanza fundamental para la educación política.

Durante la segunda mitad de la época en que China estuvo regida por la dinastía Zhou (1046-256 a.C.), antes de Confucio, el gobierno central sufrió un proceso de degeneración y decadencia, y las intrigas y la relajación de costumbres se generalizaron. Confucio lamentaba el desorden característico de aquellos tiempos, así como la ausencia de modelos morales que revirtieran tal situación. Por ello, llegó a la conclusión de que el único remedio era recuperar y difundir entre la población los principios y preceptos de los sabios de la antigüedad. Por este motivo instruía a sus estudiantes en los clásicos de la literatura china. También subrayó la importancia de la música, que en aquella época tenía funciones ceremoniales y religiosas en las prácticas del Estado y del culto. Propugnó el gran valor del poder del buen ejemplo. Los gobernantes, decía, sólo pueden ser grandes si llevan vidas ejemplares y se guían por principios morales. De esta forma, los ciudadanos de sus estados tendrían el necesario estímulo para alcanzar la prosperidad y la felicidad.

En el año 484 a.C., después de que su búsqueda de un gobernante ideal se revelara por completo infructuosa, regresó por última vez al Estado de Lu. Pasó el resto de su vida escribiendo comentarios sobre los autores clásicos. Falleció y fue enterrado en Qufu, su pueblo natal, en el año 479 a.C. El templo y el cementerio de Confucio, así como la residencia de la familia Kong, que todavía se conservan, fueron declarados Patrimonio cultural de la Humanidad en 1994.

A partir de la dinastía Han (206 a.C.–221 d.C.), diversos emperadores se inspiraron en la obra de Confucio para organizar la sociedad china. En los siglos posteriores las enseñanzas de Confucio ejercieron una poderosa influencia en la filosofía china y en la historia del país que han durado hasta hoy en día. Su moral se toma como ejemplo en la sociedad china y se observa en el comportamiento dentro de las relaciones familiares, en las que la base para todo buen funcionamiento reside en la perfecta relación entre el padre y el hijo, respetando y venerando el último a sus antepasados.

Reflexión sobre su papel en la sociedad china

A pesar de ser un hombre completamente humilde y desconocido en su tiempo, las enseñanzas de Confucio intentaron cambiar la sociedad amenazada por continuas guerras, peleas internas y discordias sociales, y transformarla mediante la conversión de sus individuos en personas que obraran correctamente siguiendo un código moral y de conducta inventado por el propio filósofo.

Así, peregrinó de una corte a otra intentando persuadir a los monarcas de que adoptaran sus ideas sobre la justicia y la convivencia en armonía a la vez que predicó la observancia del ritual y la corrección de comportamiento.

Sin embargo, sus consejos políticos sobre cómo mejorar el gobierno de la nación fueron ignorados, por lo que, a los 60 años y decepcionado, acabó refugiándose en la enseñanza y reuniendo a su alrededor a numerosos discípulos.

Enseñó a sus estudiantes política, música, tiro con arco, auriga, caligrafía y matemáticas con el propósito de promover una enseñanza completa y, según dicen, tuvo más de tres mil discípulos, de los cuales 72 destacaron sobremanera.

Fueron ellos, y no el propio Confucio, los que después de su muerte se preocuparon en escribir sus memorias, conversaciones y enseñanzas y recogerlas en un libro que ha pasado a la historia como Las analectas.

Las enseñanzas de Confucio pretendían ser un vehículo transmisor del pasado, aunque, en realidad, sus puntos de vista constituyeron una ruptura con ese mismo pasado. En lugar de la dicotomía religión-gobierno, y de las funciones sociopolíticas heredadas del feudalismo de la dinastía Zhou (1046-256 a.C.), abogó por un gobierno de élite moral. Para él, la virtud suprema era rén (), apenas mencionada en tiempos pasados. A menudo ese concepto se traduce por “bondad, benevolencia, humanidad”, pero en esencia significa “razonable dedicación a los demás” y proviene originariamente de la relación madre-hijo, concebida como el germen de las relaciones humanas. Por extensión, el significado oculto de rén es el de “amor”.

Confucio creía que el Estado debía servir al pueblo, por lo que los gobernantes tenían que cumplir las cinco virtudes confucianas –benevolencia, rectitud, decoro, sabiduría y responsabilidad-, los campesinos debían ser buenos trabajadores y los nobles, personas sensatas, todo ello apoyado sobre los tres pilares morales básicos: obediencia a la autoridad, amistad sincera e igualitaria, y respeto por la familia y los antepasados. 

En sí, el confucianismo es una filosofía que nunca pretendió ser una religión, aunque, finalmente, fue de este modo como se propagó. Confucio creía que el Estado debía servir al pueblo, por lo que los gobernantes tenían que cumplir las cinco virtudes confucianas –benevolencia, rectitud, decoro, sabiduría y responsabilidad-, los campesinos debían ser buenos trabajadores y los nobles, personas sensatas, todo ello apoyado sobre los tres pilares morales básicos: obediencia a la autoridad, amistad sincera e igualitaria, y respeto por la familia y los antepasados.

La importancia en la educación desembocó en el sistema de exámenes para funcionarios, que llegó a estar vigente hasta el siglo XX, y que exigía que los candidatos se preparasen media vida para aprobarlos y lograr un nombramiento en el gobierno.

A pesar de su amplitud de conocimientos y conceptos filosóficos, Confucio nunca se ocupó de la naturaleza y evitó también discutir sobre cuestiones metafísicas o místicas, pues pensaba que el mundo real ya era suficientemente intenso y le provocaba bastantes pensamientos.

En 1979 muchos templos dedicados a la memoria de Confucio fueron reconstruidos y abiertos de nuevo al público, siendo en la actualidad atracciones turísticas de gran importancia nacional.

En la época actual, no obstante, el confucianismo está experimentando un curioso resurgimiento debido a que los sectores más conservadores chinos reclaman una vuelta a los valores de respeto, generosidad y amor filial, en peligro por el acelerado cambio social y económico, las modas occidentales, el materialismo, las nuevas tecnologías, el estrés laboral y el consumo desmesurado.

Las enseñanzas de Confucio soportan el paso del tiempo

Según la Fundación Juventud de China, más de 800.000 adolescentes de todo el país han leído en los últimos dos años los clásicos chinos, incluido Las analectas, por lo que la cifra se espera que alcance los tres millones en los próximos diez años.

Esta gran acogida por parte de los jóvenes, sus padres y profesores no es más que un reflejo de la influencia que ejercen los sabios chinos, sobre todo Confucio, en la sociedad contemporánea china, pues muchos profesores universitarios chinos creen que los pensamientos confucianos todavía aportan algo nuevo al mundo actual.

Con la apertura de China al exterior y el desarrollo de su economía, junto con la de otros países asiáticos, el confucianismo ha sido admitido de nuevo en la sociedad y ha prendido raíces también en Japón, Corea del Norte y Singapur.

Desde 1989 se celebran en toda China numerosas ceremonias para conmemorar el nacimiento del filósofo, mientras que en 1994, fecha en el que se celebró su 2.545 aniversario, el entonces presidente de China, Jiang Zemin, alabó la inestimable contribución de Confucio a la sociedad del país.

Por poner sólo un ejemplo, el profesor Wang Dianqing, director del Instituto de Moral Oriental de Pekín, trabaja desde hace años en difundir las enseñanzas de Confucio y sus obras. Así, ayuda a los estudiantes de enseñanza primaria y media a aprender, comprender y recitar los clásicos chinos. “La esencia del confucianismo debe ser transmitida a las generaciones jóvenes o de lo contrario se perderá para siempre”, señala Wang.

En el año 2000 se fundó en Jinan, capital de la provincia de Shandong, este de China, la primera Universidad de Cultura Confucionista del país, dedicada a las enseñanzas de Confucio, ciencias, humanidades y leyes.

Por su parte, He Keyong, profesor de primaria de la provincia de Zhejiang, sudeste de China, lleva dedicados muchos años en la difusión de las enseñanzas de Confucio, ha publicado una biografía completa y ha inaugurado una escuela para enseñar las máximas de doctrina moral del filósofo a los pequeños de la familia.

Las enseñanzas de Confucio se difunden en Internet

El confucianismo se ha extendido desde China a otros países asiáticos, donde sus pensamientos se han considerado en parte responsables del rápido desarrollo económico.

Tom Djoe, magnate singapurense, achaca el éxito de su negocio a la filosofía de Confucio. “Si desea hacerse rico, debe aprender antes a ayudar a los demás y a ahorrar dinero”, apunta Djoe guarecido tras su abultada cuenta corriente.

Los eruditos chinos aseguran que el confucianismo da una gran importancia a la armonía y a la colectividad, lo que garantiza la estabilidad social.

En 1999, durante las celebraciones del 2.550 aniversario del nacimiento del sabio, el entonces jefe de Estado de Singapur, Lee Kuan Yew, considerado el auténtico fundador de la ciudad-estado, declaró que el espíritu de trabajo en equipo predicado por Confucio “ayudó a los países asiáticos a superar la crisis económica de 1997”.

Por su parte, Sanderson Beck, creador de la página web www.san.beck.org dedicada íntegramente a Confucio y fiel seguidor de su doctrina, cree que las erudiciones del gran sabio chino “ejercerán una influencia cada vez mayor en este siglo y será reconocido en todo el mundo como uno de los grandes filósofos éticos de la humanidad”.

Confucio: templo en Beijing. Foto: 123RF.
Confucio: templo en Beijing. Foto: 123RF.

Los Kong, una familia de 2.600 años

Recientemente la casa editorial Liaohai ha publicado una recopilación de ocho volúmenes sobre la familia Kong, considerada la “número uno de China”.

El Libro completo sobre la familia de Confucio es el primero de su clase que estudia en detalle al gran filósofo y a su familia durante un periodo de casi 2.600 años. Su mentora, Kong Demao, miembro del clan perteneciente a la 77 generación, se ha visto apoyada por los eruditos Zhang Dainian y Ren Jiyu a la hora de hacer realidad el detallado libro.

Además de facilitar datos sobre la familia de Confucio y sus descendientes -algunos de los cuales salen a la luz por primera vez en esta obra-, el libro recoge todos los acontecimientos importantes ocurridos al clan, así como las obras literarias y ensñeanzas de Confucio y algunos de sus discípulos.

Todos los descendientes de Confucio fueron educados según sus doctrinas, por lo que durante la dinastía Tang (618-907) se hizo tradición que los miembros de la familia Kong administraran el gobierno local de Qufu, provincia de Shandong, lugar de nacimiento del erudito.

El libro nos transporta desde la época del Periodo Primavera y Otoño (722-481 a.C.), sociedad esclava en la que vivió Confucio, hasta la época actual de exilio familiar en Taiwán, pasando por la China feudal, semi colonial, republicana y comunista, aportando datos hasta ahora nunca revelados.

Un instituto con el nombre de Confucio

Los Institutos Confucio son organizaciones educacionales sin ánimo de lucro creadas para satisfacer las necesidades en la enseñanza del idioma chino en estudiantes repartidos por todo el mundo. Su fin es intensificar la comprensión global de la cultura y el idioma chino, fortalecer el intercambio educacional y cultural entre China y los demás países, profundizar en las relaciones con las demás naciones, y promover el desarrollo multicultural con el propósito de construir un mundo armonioso.

Los servicios ofrecidos por los Institutos Confucio alrededor del mundo son: divulgación del idioma chino, cursos de metodología de la enseñanza del chino para profesores, medios y manuales para la educación del idioma, organización de los exámenes HSK, YCT y BCT, ofrecer información sobre el sistema educativo en China y otras áreas relacionadas, y dirigir actividades de intercambio cultural con otros países.

Después de abrir un instituto piloto en Tashkent (Uzbekistán) en junio de 2004, el primer Instituto Confucio oficial se inauguró el 21 de noviembre de 2004 en Seúl (República de Corea). Tras este, un gran número de centros han abierto sus puertas en multitud de países, tales como Estados Unidos, Alemania, España, Kenia, Argentina, Cuba, Chile y otros lugares donde el idioma chino está ganando popularidad.

Hasta julio de 2010 había un total de 316 Institutos Confucio y 337 Clases Confucio repartidos en 94 países y regiones. Hanban tiene planeado abrir un total de 500 Institutos Confucio en todo el mundo hasta finales de 2010, dado que cerca de cien millones de personas estudian ya chino mandarín. Su meta para 2020 sería alcanzar la cifra de mil centros docentes.

Famosas citas de Las analectas

Las analectas (1) (en chino Lún Yŭ o 论语, que significa literalmente “discusión sobre [el significado de] las palabras”) recogen una serie de charlas que Confucio dio a sus discípulos, así como las discusiones que mantuvieron entre ellos. Escritas durante el Periodo de Primavera y Otoño (722-481 a.C.), siguen teniendo influencia hoy en día entre los chinos y algunos países asiáticos.

En Las analectas, los capítulos están agrupados por temas individuales. Sin embargo, no siguen ningún orden especial. De hecho, los capítulos parecen totalmente aleatorios con temas en secciones correlativas que no tienen ningún tipo de relación entre ellas. Parece claro, pues, que el libro no fue escrito por un único autor sino que es obra de varios discípulos  que recopilaron las enseñanzas de Confucio años después de la muerte de su maestro.

Las analectas incluyen los principios básicos de Confucio: decencia, rectitud, lealtad y piedad filial. Sin embargo, lo más importante de ellas no es lo que dicen, sino lo que no dicen, recurso característico del espíritu chino. Durante más de dos mil años, han sido parte de los estudios de las escuelas chinas, ya que se consideraba que ningún hombre podía llegar a un buen nivel moral y de inteligencia sin conocer las enseñanzas de Confucio. El conocimiento de esta obra se hizo también imprescindible para superar los exámenes imperiales que todo funcionario de la corte tenía que realizar para convertirse en mandarín.

Las analectas

  • Quien por la mañana capta la vía, al anochecer puede morir contento. 朝闻道,夕可死矣。
  • Cuando veas a un hombre bueno, trata de imitarlo; cuando veas a un hombre malo, reflexiona. 见贤思齐焉,见不贤而内自省也。
  • Leer sin meditar es una ocupación inútil. 学而不思则罔。
  • Estudia el pasado para pronosticar el futuro. 温故而知新,可以为师矣。
  • Si la riqueza fuera digna de desvelos, me haría hasta zurrador, pero, no siéndolo, hago lo que me place. 富而可求也,虽执鞭之士,吾亦为之。如不可求,从吾所好。
  • Conoce a tu adversario y conócete a ti mismo, y podrás librar cien batallas sin correr ningún riesgo de derrota. 知己知彼,百战不殆。
  • ¿No es placentero aprender algo y después ponerlo en práctica a su debido tiempo? ¿No es agradable recibir a amigos que vienen de lejos? 学而时习之,不亦乐乎?有朋自远方来,不亦乐乎?
  • Un joven debe respetar a sus padres en casa y ser fraterno con los demás cuando esté fuera. Debe ser discreto en las palabras, sincero en los compromisos y afectuoso con todos, mientras entra en confraternidad con los virtuosos. Si después de cumplirlo aún le quedan fuerzas, puede dedicarse al estudio de las letras.  弟子,入则孝,出则悌,谨而信,泛爱众,而亲仁。行有余力,则以 学文。

Virtudes según Confucio 儒学美德

  • Amor y respeto a la naturaleza  崇尚自然
  • Amor y respeto a los padres 孝敬父母
  • Respeto a los ancianos 尊敬长者
  • Respeto al orden político 遵从政治制度
  • Respeto al orden social 遵守社会秩序
  • Respeto al orden religioso 敬畏宗教
  • Respeto por la armonía 追求和谐

Nota:

  1. La palabra analectas en español significa “florilegio: colección de trozos selectos de materias literarias”.

Qufu y «los tres Kong» de Confucio

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