«Estudiar en China es una experiencia que no solamente te permite aprender el idioma chino, sino que además te transforma como ser humano.» Marta Mariño es una española que estudió tres años en Beijing, ciudad por la que sintió un flechazo instantáneo. En en este artículo nos cuenta su experiencia y da consejos útiles a otros estudiantes internacionales que quieran seguir su ejemplo.
Un artículo de Marta Mariño
Es notable el interés que despierta en la actualidad el aprendizaje del idioma chino en todo el planeta. Así, cada vez hay más personas que deciden ir a distintas universidades de China a aprender ese idioma milenario. Tal es mi caso: yo pasé tres años estudiando en Beijing y quiero contar ahora mi experiencia en la capital china, por si pudiera resultar útil a aquéllos que todavía se lo estén pensando o a los que están a punto de embarcarse en la misma aventura en la que me envolví yo misma.
En realidad, empecé a estudiar la lengua china mientras cursaba la licenciatura de Traducción e Interpretación en la Universidad de Granada. Tras graduarme, decidí, junto con una compañera de clase, estudiar en China. Pasé un semestre en Beijing con el fin de perfeccionar, elevar y asentar mis conocimientos. Se dice que los comienzos son duros, sobre todo fuera del hogar y más si se tiene en cuenta que yo nunca antes había salido de Europa. Sin embargo, tal fue el flechazo que sentí con Beijing que tan solo un día después de aterrizar ahí me quedé perdidamente enamorada de esta inmensa ciudad y de este fabuloso país, aunque he de reconocer que al principio las cosas no fueron precisamente fáciles.
A pesar de haber estudiado chino durante cuatro años en España, mi nivel de expresión y compresión oral no era muy bueno. Recuerdo que el primer día de clase me sentí muy perdida, pues la mayoría de mis compañeros eran coreanos y a mí me dio la sensación que ya hablaban chino perfectamente.
Estudiar en China no es un paseo en barca, aquí se estudia muy duro y la competencia entre los alumnos es muy fuerte. Al principio, y como tenía que ponerme rápidamente al mismo nivel que mis compañeros coreanos, pasaba unas seis horas cada tarde memorizando caracteres. Recuerdo la primera vez que, tras responder a una pregunta en clase, mi profesora de conversación me elogió por la fluidez con la que había hablado. Esto fue aproximadamente dos meses después de llegar y supuso todo un alivio para mí y una recompensa moral al esfuerzo que estaba realizando.
Después de aquel primer semestre en Beijing regresé a España, pero con la sensación de haberme quedado con ganas de más. Así que solicité una beca de estudios y después otra, con lo que en total pude estudiar en China tres años. Una vez que te has acostumbrado a estudiar caracteres cada día ya te resulta una tarea muy fácil y los memorizas con rapidez, con lo que puedes dedicar más tiempo a realizar otras actividades. Muchas universidades ofrecen asignaturas optativas de contenido más cultural, por ejemplo caligrafía, pintura, tàijíquán, baile, cocina, etc. y también preparan excursiones o actividades para los fines de semana. En mi último año en Beijing, como era ya antigua alumna, me nombraron “asistente de profesor”, que básicamente significaba que yo tenía que animar a los demás estudiantes a participar en las actividades que se organizaban. Así estábamos siempre ocupados en concursos de elaboración de ravioles, talleres de alfarería, excursiones a la Montaña Amarilla, actuaciones de canto, bailes y otras fiestas similares.
Pero vivir en Beijing no puede limitarse a estar todo el día dentro del campus. Salir a la calle y hablar con la gente es una de las mejores formas para aprender rápidamente y aumentar el nivel de chino. La cajera del supermercado, la dependienta del centro comercial, el taxista, el portero del bloque de viviendas, etc. cualquiera de ellos estará encantado de hablar con un lǎowài (1). A la mayoría de los chinos les sorprende encontrar a un extranjero que hable chino y solo con pronunciar un simple Nǐ hǎo! (2) ya exclaman: “¡Qué bien hablas chino!”. El comedor de la universidad también es un buen lugar para entablar amistad con los estudiantes chinos y quizás encontrar a alguien para hacer un intercambio lingüístico.
Durante los fines de semana y los días de fiesta también se puede aprovechar para explorar la ciudad. Beijing está repleto de lugares interesantes, desde los más conocidos, como la Ciudad Prohibida o el Palacio de Verano, hasta un simple parque de barrio, donde puedes observar a los mayores haciendo ejercicio, a hombres de mediana edad jugando al ajedrez chino, a las parejas bailando, a los ancianos escribiendo caracteres chinos en el suelo con un enorme pincel de agua o simplemente paseando los pájaros en hermosas jaulas de bambú. De noche, se puede optar por ir a los bares y discotecas preferidos por los extranjeros (la mayoría concentrados en el área de Sanlitun o cerca de las universidades en el barrio de Haidian), al karaoke (lugar preferido por los asiáticos), a cenar con los amigos a cualquier restaurante nacional o internacional, a un concierto de rock de uno de los numerosos grupos underground de los que hay en Beijing o a la inauguración de una nueva exposición de arte moderno en 798.
Estudiar en China es una experiencia que no solamente te permite aprender el idioma chino, sino que además te transforma como ser humano. El contacto directo y diario con personas de otras culturas y procedencias te hace más abierto y tolerante, y te permite ver la realidad con los ojos del otro. No existen fronteras, nos las inventamos nosotros. Desde estas páginas me gustaría animar a todos los estudiantes de chino a pasar una temporada en China estudiando el idioma y aprendiendo sus costumbres, pues, sin lugar a dudas, será la mejor decisión que puedan tomar en toda su vida. Al menos, para mí lo fue.
Notas:
1. El término lǎowài significa literalmente “guiri” y, aunque durante muchos años ha sido un término despectivo, en la actualidad cobra más fuerza y su uso se ha extendido a toda la población china adquiriendo la acepción menos ofensiva de “extranjero”.
2. La expresión Nǐ hǎo! significa “¡Hola!” y se usa a cualquier hora del día para saludarse.
Publicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.
Número 7. Volumen IV. Julio de 2011.
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