Nanjing: vista de la ciudad. Foto: 123RF.

Nanjing: Antigua capital imperial china a orillas del río Qinhuai

Nanjing (南京 o Nánjīng, literalmente “capital del sur”), conocida antiguamente en Occidente como Nanking, es hoy en día la capital de la provincia china de Jiangsu (江苏). Situada en el fértil delta del río Yangtsé (长江), entre pintorescos paisajes de lagos, canales y montañas, Nanjing, rodeada por su antigua muralla, posee arrolladora el encanto de haber sido la capital imperial de seis dinastías chinas y cuatro regímenes políticos distintos, y es la segunda mayor ciudad de la región oriental de China por detrás de Shanghái.

Reportaje de
José Vicente Castelló 
何维柯
La ubicación estratégica de Nanjing como puerta del mar del Este de China hacia el interior del país ha hecho que esta ciudad gozara de un protagonismo decisivo desde antiguo, aunque sus principios como urbe amurallada no tuvieron lugar hasta el año 600 a.C., allá por la dinastía Zhou (ca. 1050-256 a.C.). Se sabe que la zona alrededor de Nanjing ya estaba habitada hace más de cinco mil años, hecho demostrado por numerosos hallazgos prehistóricos, aunque los restos más cercanos de la ciudad la datan durante el Periodo de los Estados Combatientes (476-221 a.C.), cuando Nanjing se convirtió en objeto de conflicto entre clanes rivales y más tarde la capital del Estado Wu (220-280) del Periodo de los Tres Reinos (220-280). La victoria de la dinastía Qin (221-207 a.C.) puso punto final a esta situación, permitiendo a la urbe crecer y prosperar, conociéndosela bajo el nombre de Mòlíng.

Nanjing: templo de Confucio: Foto: 123RF.
Nanjing: templo de Confucio: Foto: 123RF.

Cuando en 220 se produjo el derrocamiento del imperio Han (206 a.C.-220 d.C.), Nanjing era la capital de media docena de dinastías locales, y cuando los Sui (581-619) reunificaron China en el año 589, la construcción del Gran Canal (大运河) empezó a aumentar de forma notable la importancia económica de la ciudad, sobre todo gracias a sus herrerías, fundiciones e industria textil (sedera y de brocados).

Sin embargo, una serie de desgracias ocurridas durante el siglo VI, cuando la ciudad fue devorada por el fuego, inundada por las riadas, saqueadas por las revueltas campesinas y destruida por la guerra, acompañado del establecimiento de Xi’an (西安) como capital imperial, hicieron que Nanjing casi desapareciera del mapa.

Nanjing: muralla de la dinastía Ming: Foto: 123RF.
Nanjing: muralla de la dinastía Ming: Foto: 123RF.

Durante las dinastías Tang (618-907) y Song (960-1279); Nanjing rivalizó con la vecina Hangzhou (杭州) como la ciudad más rica del país, lo que la hizo prosperar de nuevo, hasta que en 1368, Zhu Yuanzhang (朱元璋, 1328-1398), el primer emperador de la dinastía Ming (1368-1644) también conocido bajo el nombre de Hongwu, decidió convertirla en la capital de toda China tras derrocar a los mongoles del imperio Yuan (1271-1368). Así, se levantó un gran palacio imperial y se rodeó la ciudad de una muralla protectora.

Nanjing
Zhu Yuanzhang (1328-1398), el primer emperador de la dinastía Ming (1368-1644). Foto: Wikipedia.

No obstante, su gloria como capital china duró poco (medio siglo), pues en 1420 el emperador Yongle (永乐, 1360-1424), tercero de la dinastía Ming (1368-1644), devolvió la capitalidad a Beijing. Desde entonces, su suerte iba y venía, hasta que durante los siglos XIX y XX volvió a tomar el protagonismo que una vez tuvo.

Así, durante el siglo XIX, las sucesivas Guerras del Opio (1839-1842 y 1856-1860) hicieron que los británicos llegaran hasta Nanjing y fue aquí donde, tras la derrota china, se firmó el primero de los tratados entre el Reino Unido y China que obligaron a estos últimos a abrir varios puertos chinos al comercio internacional –Guangdong, Xiamen, Fuzhou, Ningbo y Shanghái-, a pagar una desproporcionada indemnización a los británicos -21 millones de dólares de plata en tres años- y a cederles la isla de Hong Kong a perpetuidad.

Nanjing: mausoleo del primer emperador de la dinastia Ming. Foto: 123RF.
Nanjing: mausoleo del primer emperador de la dinastia Ming. Foto: 123RF.

Poco después y durante once años, los rebeldes de Taiping establecieron la capital de su Reino Celestial en Nanjing tras conquistar la mayor parte del sur de China. El cerco, y la final recuperación de la ciudad por parte de la dinastía Qing (1644-1911) con apoyo extranjero en 1864, supuso uno de los sucesos más tristes y dramáticos de la historia de China y también el fin de la Rebelión Taiping (太平天国起义, 1851-1864). En esa época es cuando precisamente se destruyó la famosa Torre de Porcelana, que estaba considerada como una de las maravillas del mundo.

Nanjing: estatua de Confucio en el templo Fuzimiao, Nanjing: Foto: 123RF.
Nanjing: estatua de Confucio en el templo Fuzimiao, Nanjing: Foto: 123RF.

Por su parte, durante el siglo XX, Nanjing fue la capital de la República de China (1912-1949) y el lugar de una de las mayores atrocidades cometidas por el ejército japonés en 1937 (en plena Segunda Guerra Mundial) en el que asesinó durante un mes a unos 300.000 ciudadanos chinos –a este acontecimiento de se conoce como la “Masacre de Nanjing” (南京大屠杀)-, y, más tarde, capital del Guomindang (中国国民党) desde 1928 hasta 1937 y de nuevo desde 1945 hasta 1949, cuando la ciudad fue liberada por las tropas de Mao Zedong (毛泽东, 1893-1976).

Los victoriosos comunistas decidieron en 1949 trasladar de nuevo la capital a Beijing –a unos 1.200 kilómetros de Nanjing hacia el norte-, donde establecieron el primer gobierno bajo el régimen maoísta. Sin embargo, todavía hoy en día Nanjing, con sus más de siete millones de habitantes, once distritos, su atractivo natural entre montañas y una extensión de 6.598 kilómetros cuadrados, sigue siendo un importante enclave ferroviario y un decisivo puerto fluvial para todas las mercancías que acaban en Shanghái –a unos 300 kilómetros de distancia-, de ahí el sobrenombre de “Puerta del Este y del Oeste, Garganta del Norte y del Sur”.

Como nota curiosa, comentar que Nanjing está hermanada, entre otras, con la ciudad mexicana de Mexicali y con la colombiana de Barranquilla, lo que les proporciona acuerdos comerciales y culturales de intercambio muy ventajosos y acerca, una vez más, a esas naciones al pueblo chino.

Nanjing: edificios chinos tradicionales en el distrito histórico Fuzimiao. Foto: 123RF.
Nanjing: edificios chinos tradicionales en el distrito histórico Fuzimiao. Foto: 123RF.

Perfil humano y comercial

La ciudad de Nanjing alberga entre sus callejuelas y rincones diversos monumentos culturales e históricos, tanto modernos como antiguos, envueltos en un entorno agradable y, en cierto modo, místico, y todo eso rodeado de una de las murallas más grandes –tiene una longitud de 33 kilómetros- y mejor conservadas del mundo levantada por más de doscientos mil obreros entre 1366 y 1386, y en la que destacan la Puerta Zhonghua y la Puerta Tongji de la dinastía Ming, puntos defensivos de la ciudad casi impenetrables.

Con una altura máxima de doce metros y siete de ancho, la muralla fue construida con ladrillos traídos desde cinco provincias chinas sellados con una mezcla de cal y pasta de arroz glutinoso. Cada ladrillo tiene su correspondiente sello de fabricación que indica su lugar de procedencia, el artesano que lo hizo y la fecha de producción. En algunos tramos se puede pasear por ella y desde arriba admirar el paisaje urbano.

La muralla fue pagada sobre todo por nuevas familias ricas establecidas en Nanjing por orden del emperador. Así, una tercer parte de los gastos de la construcción fue sufragada por un adinerado terrateniente de Wuanxiang, en la provincia de Zhejiang.

Nanjing: la noche en el templo de Confucio: Foto: 123RF.
Nanjing: el río Qinhuai, al oeste de la ciudad, es el reflejo fiel del pasado, del presente y del futuro: Foto: 123RF.

El famoso Templo de Confucio (夫子庙) no es solo un lugar dedicado a la memoria del gran maestro chino, sino también un área peatonal dedicada al esparcimiento, repleto de tiendas de recuerdos, restaurantes y de auténtica vida local rodeados de edificios tradicionales chinos. Aquí se leyeron y estudiaron los escritos del filósofo durante más de mil quinientos años y se daban clases preparatorias para los exámenes imperiales. Aunque fue destruido y reconstruido en diversas ocasiones, todavía existen zonas del templo originales de la dinastía Qing (1644-1911).

En el centro de la ciudad encontramos el Museo de Nanjing y el Observatorio Zijinshan –el primero de sus características construido en China-, ambos de gran interés por su contenido y colecciones que datan desde la dinastía Han Oriental (25-220).

Nanjing: roca del León: Foto: 123RF.
Nanjing: roca del León: Foto: 123RF.

El río Qinhuai, en el oeste de la ciudad y de visita imprescindible, tiene una extensión de más de cien kilómetros. En la antigüedad, esta solía ser la parte más floreciente de la ciudad y estaba frecuentada por la nobleza extravagante y los ricos empresarios que acudían a los restaurantes y locales nocturnos de vida licenciosa. En muchas novelas chinas se la nombra como un lugar de belleza y romanticismo. Hoy en día, sobre todo la zona de Gongyuan con sus tiendas, templos, bares y vida alegre, supone todo un paraje histórico que nos muestra el viejo esplendor de las mejores épocas de la ciudad, reflejo fiel del pasado, del presente y del futuro de una urbe que crece imparable. Es un paisaje tradicional en contraposición al resto de la ciudad, moderna y con residencias unifamiliares que se extienden hasta el infinito.

El Parque Zijinshan, o de la Montaña Púrpura (紫金山), es una de las mayores atracciones de los suburbios de Nanjing, pues en él se encuentra el Mausoleo a Sun Yat-sen (en chino Sūn Zhōngshān), que con su famosa escalera de mármol elevándose por la ladera es uno de los lugares más populares para turistas chinos de todo el país, el Mausoleo Xiaoling del primer emperador Ming, Zhu Yuanzhang, y el Templo de la Antigüedad. Para subir a su punto más alto, a unos 400 metros, se puede tomar un teleférico y desde ahí se observa una panorámica de toda la urbe y más allá.

Conocido como el “mejor templo budista del mundo”, el Templo del Espíritu del Valle (灵谷寺 o Línggŭsì), construido hace más de 1500 años, está rodeado de árboles milenarios. Destaca una sala de ladrillos levantada sin pilares y con un techo abovedado que albergaba diversas estatuas, y también la sala dedicada a la memoria de Xuan Zang, monje budista que viajó hasta la India en busca de las escrituras sagradas.

Nanjing: detalle del mausoleo del primer emperador de la dinastia Ming. Foto: 123RF.
Nanjing: detalle del mausoleo del primer emperador de la dinastia Ming. Foto: 123RF.

En el Lago Mochou se encuentra el Mausoleo a las víctimas de la masacre de Nanjing, con documentos y fotografías que muestran lo acontecido durante esos trágicos días.

Como cualquier otra ciudad moderna china, Nanjing presenta un centro comercial y financiero repleto de rascacielos, tiendas, comercios de todo tipo, oficinas, hoteles de lujo, supermercados y centros comerciales con las primeras marcas mundiales.

Construido también por el emperador Hongwu, el Palacio de la Dinastía Ming (明故宫o Mínggúgōng) era una estructura arquitectónica que sirvió de modelo para levantar la Ciudad Prohibida de Beijing, sin embargo, hoy en día prácticamente no queda nada de él, excepto cinco puentes de mármol –conocidos como Wŭlóngqiáo (o de los Cinco Dragones)-, la puerta Wumen y algunas columnas del pabellón principal.

La Torre del Tambor (鼓楼 o Gŭlóu), construida en 1382, está ubicada exactamente en el centro geográfico de la ciudad, donde antiguamente se ubicaban las embajadas extranjeras. Los tambores se hacían sonar para marcar el cambio de las horas siete veces al día y, en algunas ocasiones, para prevenir a la población de peligros y demás. Por su parte, la Torre de la Campana (钟楼 o Zhōnglóu), muy cercana a la anterior, tiene en su interior una gigantesca campana fundida en 1388 que en su día estaba ubicada en otro edificio colindante a este, pues la torre data, en realidad, de 1889.

Cabe destacar también el Palacio de la Dinastía Celestial (朝天宫 o Cháotiāngōng), que ahora alberga el Museo Municipal, levantado durante la era Ming como escuela para la educación de los niños de la nobleza a los que se les preparaba para la conocer la etiqueta imperial. También fue utilizado por la corte para adorar a sus antepasados y para las audiencias con el emperador, de ahí su nombre.

Otros lugares de interés en Nanjing serían el Teatro de Ópera de Kunju, el Museo de Historia del Reino Celestial Taiping, el Museo del Tratado de Nanjing, el Monumento Cruzando el Río Yangtsé, el Parque de las Artes Militares, la Galería de Arte Jiangsu, el Cementerio de los Mártires o el Jardín Botánico, entre otros.

Gastronomía de Nanjing

Como toda ciudad china que se precie, Nanjing también tiene su propia gastronomía, amalgamada en lo que sería la cocina de Jiangsu, donde destaca con fuerza el yánshuǐyā o pato salado con más de 600 años de historia, el shaoya o pato asado, el májiàng yāopiàn o intestinos de cerdo, el fèngwěixiā o camarón del lago, el dùncàihé o un guiso de corazones con acelgas chinas y el huílŭgān o tofu frito en caldo.

Nanjing, la ciudad en la noche. Foto: 123RF.
Nanjing, la ciudad en la noche. Foto: 123RF.

Otras especialidades de la zona, casi todas utilizan el pato como ingrediente principal, serían la sopa de sangre de pato (se suele servir con huevos, pasta y alcaravea), pato prensado, tofu rallado con setas, bambú y pollo, pudin de tofu y tortita de cebollino, ravioles de carne de res fritos y huevos de las cinco fragancias (cocidos lentamente en caldo con anís, canela, jengibre, té y salsa de soja). También destacan los bocados dulces como el zhēng’èrgāo, hecho de harina de arroz, y el tāngzhōu’ǒu o gachas de arroz glutinoso con azúcar moreno y raíz de loto troceado.

Nanjing es famosa también por sus tapas, siempre bien recibidas por los turistas y lugareños, y llamadas los “Ocho aperitivos de Qinhuai”, que son: los huángqiáo (o pasteles horneados) con kāiyáng gānsī (sopa de gambas secas con tofu); la sopa de ternera con ravioles fritos; cuajada de judías de soja roja con pastel de cebolla verde; tortas crujientes con grasa de pato y bollos al vapor; cuajada de frijol seco con aceite de sésamo y fideos con pollo desmenuzado; bolas de arroz glutinoso con flor de osmanthus; fideos plateados con pescado ahumado y ravioles; y los huevos con frijoles picantes.


Publicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.
Número 14. Volumen V. Septiembre de 2012

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