Fujian: viviendas tulou de la etnia hakka. Foto: 123RF.

Los tulou de la etnia ‘hakka’

Los tulou (土楼, edificio de tierra) de la etnia hakka son construcciones comunitarias a modo de fortaleza erigidas en Fujian hace más de 500 años. Sobrios y majestuosos, sus diseños son muy variados, siendo los circulares más tardíos y los que más llaman la atención. Reconocidos como Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 2008.

Reportaje de
Liu Fangting
刘芳廷
En la frontera donde confluyen las provincias de Fujian, Guangdong y Jiangxi se hallan unos castillos de tierra conocidos como “tulou de los hakka” o “de Fujian”. Estas construcciones, erigidas durante la primera mitad de la dinastía Ming (, 1368-1644), son a menudo referidas como “la leyenda de las montañas del sur” por su estilo único. Sus diseños son muy variados, siendo los circulares más tardíos y los que más llaman la atención. El Centro del Patrimonio Mundial de la UNESCO los describe así: “Los tulou de Fujian constituyen un ejemplo único de asentamientos humanos basados en una vida comunitaria y una organización defensiva. Encarnan las ideas tradicionales confucianas de los clanes de la Llanura Central y reflejan las necesidades defensivas de la época. En armonía con el medio ambiente circundante, son un modelo de vivienda excepcional”. Los sobrios y majestuosos tulou de la etnia hakka se han convertido en una de las maravillas arquitectónicas de la historia de China.

Tolou: foto aéra con casas de la etnia hakka en el extremo inferior. Foto: 123RF.
Los Tolou: foto aéra con casas de la etnia hakka en el extremo inferior. Foto: 123RF.

La belleza de los tulou (土楼, lit. edificio de tierra) reside en su sencillez. Estas construcciones de tierra, piedra, madera y ladrillo se han mantenido en pie durante cientos de años. El pueblo hakka utilizó la tierra de los campos de arroz para construir los muros, combinando sus conocimientos de la Llanura Central y empleando recursos naturales, sirviéndose de grandes piedras para construir los cimientos, además de otras rocas más pequeñas para cubrir el suelo que no solo servían como elemento decorativo, sino que también evitaban inundaciones que pudieran dañar los muros. Los hakka tienen un dicho: “El agua no marchita el pino, el viento no derrumba el abeto”. Los pinos no se pudren con facilidad, por eso los suelen emplear en los cimientos; la madera de los abetos chinos es ligera, no se deforma con facilidad y, gracias a su abundante producción local, se puede emplear para construir puertas, ventanas, pasillos, escaleras, biombos, y un largo etcétera. Después de secar la corteza de los abetos, sus ramas y troncos son un excelente material para hacer la función del acero. Los bloques de madera cubiertos de ladrillos protegen contra incendios y lluvias, además de insonorizar. Los ladrillos empleados son ligeros, finos, duros y resistentes.

Tulou: grupo de casas foritficadas de la etnia hakka. Foto: 123RF.
Los Tulou: grupo de casas fortficadas de la etnia hakka. Foto: 123RF.

Desde el año 933 hasta el 1949 ha habido un total de 21 terremotos en la localidad de Yongding, uno de los cuales provocó graves daños materiales en las viviendas. Los tulou, sin embargo, quedaron intactos debido a sus materiales rigurosamente escogidos y su construcción única, que hacen que estas edificaciones sean muy difíciles de derrumbar. Uno de estos tulou es Chengqilou (承启楼), cuyo muro tiene un grosor de 1,5 m, una altura de 12,4 m, está sellado con su forma circular, no tiene ventanas en los dos primeros pisos, y su altura permitía observar al enemigo y ejercer una función defensiva durante las épocas de guerra.

En su interior hay un pozo y habitaciones para almacenar el grano, mientras que en el patio se pueden criar animales. Además, los hakka tienen la tradición de elaborar productos en salmuera y deshidratar verduras, de este modo, en caso de ser atacados por los enemigos, podían ser autosuficientes y continuar subsistiendo dentro de dichas viviendas mientras duraba la guerra.

Tulou: interior de las casas fortificada de la etnia hakka en Fujian. Foto: 123RF.
Los Tulou: interior de las casas fortificada de la etnia hakka en Fujian. Foto: 123RF.

Uno de los encantos de estos edificios son sus peculiares formas. Si se observa desde arriba su estructura circular, sus aleros de ladrillo negro dibujan un hermoso arco y sus pasillos trazan una circunferencia que conecta todas las habitaciones. El eje central de los tulou es muy distintivo, mostrando una estricta simetría; es difícil imaginar que esta gran fortaleza circular esté dividida en más de un centenar de habitaciones de tamaño similar, una forma que no existía tradicionalmente en los hogares. Chengqilou es uno de los representantes circulares y uno de sus modelos más maduros. En una canción popular se escucha: “Cuatro pisos de altura, cuatro círculos, arriba y abajo cuatrocientas habitaciones; redondo y redondo, círculos y círculos, existe desde hace trescientos años”. En la tradición arquitectónica china, los edificios circulares no indicaban de forma obvia el estatus social, sino que reflejaban un espíritu de igualdad. Si el mayor rasgo de los edificios circulares es su sencillez, el más importante de Wufenglou (五凤楼) es su elegancia. Desde tiempos antiguos, las familias más prestigiosas grababan caracteres en su puerta, como es el caso de las mansiones Dafu Di (大夫第), Shangshu Di (尚书第) o Zhongshu Di (中书第).

En Wufenglou, además del nombre del edificio y un dístico, también hay pinturas, relieves y otros elementos decorativos. Las barandillas del pasillo hacen también la función de bancos, sobre el suelo hay símbolos taoístas y en los muros hay celosías con patrones florales. Los aleros destacan por su decoración con elegantes figuras esculpidas. Algunos tulou también están adornados con un inmortal subido a un fénix. Se cree que es el rey Min del reino de Qi (齐闵王), del periodo de las Primaveras y Otoños (春秋, 770-476 a.C.). En aquella época, este rey fue derrotado por el reino de Yan y, en su momento de máxima desesperación, apareció un fénix que le llevó a un lugar seguro, por eso esta figura representa la buena suerte. No importa si se trata de un edificio circular, de Wufenglou u otros tulou, todos ellos poseen un templo ancestral. Aunque los hakka emigraron de la Llanura Central al sur, veneraban mucho a sus ancestros. Algunos clanes construían sus templos directamente en el centro del tulou, de modo que todas las puertas de las habitaciones miraban en su dirección. Pero esto, más que ser una característica propia de estas viviendas, es un reflejo de la tradición confuciana heredada por la etnia y de respeto hacia sus antepasados.

El encanto interior y exterior de estas edificaciones se complementa con las montañas que les rodean, lo que suma una armónica belleza desde todos los ángulos que hacen que la frase “El cielo y el hombre son uno” (天人合一) obtenga aquí un nuevo significado. Los silenciosos tulou de los hakka han protegido día y noche estas tierras, siendo cada uno de ellos una parte intacta de la historia de la etnia, así como del recuerdo de sus clanes y su pueblo. Con el rápido paso del tiempo, han atraído con su magia y misterio a numerosos estudiosos y turistas de tierras lejanas.

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