La reserva natural de Shennongjia, Patrimonio Natural de la Humanidad por la UNESCO, se encuentra situada en la frontera oeste de la provincia de Hubei, entre los ríos Yangtsé y Hanshui, y cuenta con una fauna muy rica y variada. Su particular geografía y entorno lo distinguen con un paisaje singular que todos los años atrae un gran número de turistas.
Reportaje de
Yang Huifang
杨慧芳
El turismo es el pilar que sostiene Shennongjia. Su particular geografía y entorno lo distinguen con un paisaje singular que todos los años atrae un gran número de turistas. Las zonas más visitadas de Shennongjia son el área ecoturística de Tian Yan (天燕) y el parque geológico de Shennongjia.
Un clima cambiante
Antiguamente se creía que los inmortales practicaban el taoísmo en los lugares sombríos con nubes, montañas y niebla. Este es uno de esos parajes. Incluso en días soleados, la cima del monte Shennong suele estar cubierta por la niebla. Si unos días antes de visitarlo ha llovido, todo el bosque estará sumergido en la bruma y esto le otorgará un aire de montaña de los inmortales. Sin embargo, al mismo tiempo, esta bruma impide penetrar con la mirada en el magnífico paisaje natural de las montañas. Para atravesar el bosque es necesario prepararse bien. Shennongjia goza de un clima frío y con muchas precipitaciones, con un microclima muy distintivo. A menudo se puede ver el sol y la lluvia en un mismo día. Su clima cambia muy rápido, de ahí el dicho “junio con nieve y octubre con escarcha, cuatro estaciones en un día”.
Tierra sagrada
Al entrar por la puerta sur de la reserva natural se llega al altar de Shennong. Lo primero que se observa es una gran estatua con la cabeza de un toro y un cuerpo humano. Este es Shennong: el misterioso estudioso de las plantas medicinales y creador de la agricultura en la mitología china. Su figura es recordada por méritos tales como haber enseñado al pueblo chino las técnicas de la agricultura o por haber probado él mismo todo tipo de plantas para poder encontrar cura a diferentes enfermedades. En la antigua China solo las personas que eran veneradas por generaciones posteriores podían servir como imágenes para los tótems de las tribus (los cuernos de toro eran el tótem de las antiguas tribus agrícolas).
Hoy en día, este se ha convertido en un lugar de peregrinación para chinos llegados de todos los rincones del mundo, que se acercan hasta aquí para rendir homenaje a la figura de Shennong. Tras subir 343 escalones, se puede admirar de cerca el gran tótem de Shennong (en el lugar donde antiguamente se realizaban sacrificios para el emperador), detrás del cual hay dos relieves en los que se relata su vida en imágenes.
Tras las huellas de los Yeren
Los míticos Yeren (野人, literalmente “hombre salvaje”) despiertan la curiosidad de numerosos turistas que se preguntan qué tipo de criatura son esos “hombres de las nieves” o “pies grandes”. En la antigua China existían miles de leyendas sobre estas extrañas criaturas, cuya misteriosa belleza ejercía un gran poder de atracción para las personas. A lo largo y ancho del mundo hay muchas leyendas sobre “hombres salvajes” que han alimentado sin descanso la imaginación de diversos pueblos, dando lugar a diferentes creaciones artísticas.
La espectacular cueva kárstica Shenlong
Situados bajo tierra, los parajes de cuevas kársticas con estalactitas despiertan el interés por la naturaleza de una gran cantidad de visitantes. La cueva subterránea Shenlong (神龙洞), de varias alturas, se extiende de norte a sur, su interior es estrecho en la parte superior y ancho en la inferior. Cada una de sus alturas ofrece un paisaje kárstico diferente, con múltiples facetas y formas exquisitas. En su conjunto recuerda al legendario palacio de cristal del rey Dragón, y por eso recibe el nombre de cueva Shenlong (“cueva del dios dragón”). Fuera de la gruta, la montaña presenta un terreno irregular, con altos árboles antiguos y rocas extraordinarias a ambos lados del camino. Por ello, se dice que aquí el paisaje cambia con cada paso que se da.
Publicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.
Número 38. Volumen V. Septiembre de 2016.
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