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Wifredo Lam (1902-1982), pintor cubano y de ascendencia china, donde es conocido por el nombre de Lin Feilong (林飞龙), es uno de los grandes maestros del siglo XX. Desarrolló un estilo propio, entre el surrealismo y el cubismo, con raíz caribeña. Su militancia antifascista y su participación en la Guerra Civil Española marcaron su vida y su obra.
Reportaje de
Liao Yanping
廖燕平
El amor por la caligrafía del pequeño Wifredo Lam
El enorme talento para las lenguas que, como literato, atesoraba Lin Yan, le había permitido llegar a comprender diversos dialectos del chino por lo que, muy a menudo, ayudaba a sus coterráneos a redactar cartas y escritos. Los caracteres que este escribía cautivaron al pequeño Wifredo cuando aún no era más que un niño. En sus pequeños ojos, esos sinogramas formados por puntos y trazos constituían imágenes fascinantes, tan bellas como misteriosas, y con una capacidad innata para hacer volar sin límites su imaginación.
Lo que más le interesaba eran las singulares normas con las que cuenta la escritura de caracteres, compuestos por trazos muchos de los cuales son líneas, cuya posición, orientación o longitud poseen la habilidad de aportar al conjunto un significado u otro. Así pues, constituyen un tipo de expresión artística con unas connotaciones simbólicas muy especiales pues son, en sí mismos, fieles encarnaciones del pensamiento chino tradicional.
La relación con su padre
Fue precisamente gracias a la redacción de cartas, que tan a menudo ocupaba a su padre, que la magia, las líneas y el mensaje implícito en la caligrafía china fueron sembrando en su alma infantil las semillas que, posteriormente, germinarían en su inspiración artística. Estas maduraron pronto y con gran vigor, dando frutos muy copiosos en forma de maravillosas obras de arte que el pintor legó a la posteridad. Por consiguiente, podría decirse que su carrera pictórica no se origina en el color o en la forma, sino en la curiosidad y el entendimiento que sentía por el trazado y la composición de los caracteres. Durante su infancia probó sus primeros trazos practicando caligrafía y comenzó a dibujar bocetos como ejercicio práctico. A los 12 años, dibujó para su padre un retrato en el que se puede percibir ya con claridad que las líneas y trazos serían los principales protagonistas de su obra.
Bellas Artes en La Habana y su viaje a España
En 1918 aprobó el examen de acceso de la Escuela de Bellas Artes de La Habana, donde obtuvo unas calificaciones extraordinarias. Su rendimiento académico le permitió desplazarse a Madrid para seguir profundizando en sus estudios y comenzar, de esta forma, una etapa de más de 10 años durante los cuales su estudio y su obra tuvieron como escenario el continente europeo.

Más tarde, en 1937, se trasladó a París donde conoció a Pablo Picasso. La afición de ambos por la escultura africana sirvió, desde un primer momento, como el cimiento sobre el que sendos artistas construyeron una intensa amistad. No obstante, Wifredo Lam no estaba dispuesto a someterse a los límites del estilo cubista de este movimiento artístico, pues lo que anhelaba era expresar la naturaleza metafórica del arte primitivo africano a través de la sensación provocada por las formas transformadas.

Su estilo
El linaje africano heredado por vía materna lo llevó a comprender que muchos de los elementos que lo caracterizan tienen su propio significado simbólico. Sin embargo, dicho significado es cambiante pues se transforma según el tiempo y el espacio en el que se encuentre. Por lo tanto, a su juicio, la expresión del arte africano no podía ser estática, sino dinámica, mostrando los cambios en el tiempo. Pero ¿cómo es posible representar el simbolismo en movimiento?

Wifredo Lam optó por emplear trazos cargados de sensación dinámica. Al delimitar los objetos con líneas finas, pero llenas de fuerza, representa el envite del movimiento. Precisamente por esta razón, los palos y varas que agarran los miembros de las tribus que habitan sus obras parecen estar agitándose, los árboles de sus bosques dan la sensación de mecerse con el viento y sus tótems espirituales se presentan como si estuvieran danzando.

La particular sensación de movimiento de sus trazos alcanza su máxima expresión en su obra más representativa, “La jungla” (1943). En ella, el artista utiliza trazos verticales y oblicuos finos pero, a la vez, tan rígidos como el hierro o el acero, que sirven de sujeción a todo tipo de plantas, animales e, incluso, partes del cuerpo humano. Todos estos elementos conforman un conjunto caracterizado por una enorme energía cinética, una obra que rebosa ritmo y fuerza.
Pintura baimiao
Hablar de sus creaciones en grabados es también describir ingentes cantidades de líneas y trazos en movimientos, con formas de lo más heterogéneas. Si bien el grabado tradicional en Occidente solía contener este tipo de líneas, sus funciones estaban limitadas a las de acotar el contorno de los objetos de la obra y mostrar el efecto claroscuro de la luz. Las líneas eran, por tanto, una mera herramienta, por lo que carecían de relevancia en cuanto a su significado.
En el lado opuesto, los trazos de los grabados de Wifredo Lam atesoran vida, están henchidos de subjetividad humana. Con líneas gruesas representaba la firmeza y, con otras finas, la tenacidad. Las retorcía para denotar agitación y las dejaba girar con delicadeza para expresar libertad. Se valía de líneas con las apariencias más diversas para crear cuadros repletos de misterio y simbolismo, con los que no solo se ganó a los amantes del arte en Occidente, sino que también se hizo un hueco entre los artistas admirados por los chinos.

El museo de arte de Guangdong
Por este motivo, cuando a principios del verano de 2016 más de un centenar de sus obras se convirtieron en objeto de exposición del Museo de Arte de Guangdong, una multitud asistió para contemplarlas y dejarse asombrar por el trabajo del pintor cubano con el que compartían origen. La perspicaz audiencia china pudo observar un claro reflejo de su propia cultura en los cuadros exhibidos, pues los trazos de las obras que estaban contemplando eran muy similares a aquellos utilizados en la pintura baimiao (白描), es decir, una técnica pictórica tradicional china, más conocida como la pintura de las líneas, cuyos artistas, al igual que hacía Wifredo Lam, organizaban sus cuadros en líneas con las que constituían las formas encargadas de expresar el significado.
La semejanza de la pintura tradicional china con los cuadros de Wifredo fue un encuentro fortuito que precisamente se produjo en Guangdong, lugar de linaje paterno del pintor, y que bien podría ser explicado con una conocida expresión utilizada en China para describir un encuentro con tu amigo del alma al volver al pueblo natal (故乡遇知音, que quiere decir: la tierra natal escucha un sonido que le resulta familiar).
Su muerte en París y su legado
El artista falleció en París en 1982. De su legado no solo forma parte una enorme colección de extraordinarias obras de arte sino, más aún, el valor de la experiencia de un pintor que halló la forma de expresarse al fusionar elementos de diversas culturas. Su ascendencia, en parte china, africana, amerindia e, incluso, española le otorgó una pluriétnica identidad. Además, si bien sus huellas quedaron marcadas en los continentes europeo y americano, los temas que protagonizan sus obras están estrechamente vinculados con África, y la técnica de su pincel nunca se separó de sus orígenes chinos. Las líneas cargadas de movimiento que utilizaba en sus cuadros son el resultado de la asimilación de los trazos típicos de la tradición artística china y, a la vez, también lo son de un intento de proporcionar un elemento con el que desarrollar e innovar en las técnicas pictóricas occidentales. Al fin y al cabo, el arte de Wifredo Lam trasciende los orígenes étnicos, pues la multiculturalidad de sus pinturas no se supedita a ningún lugar concreto sino que pertenece al mundo entero.
Publicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.
Número 52. Volumen I. Enero de 2019.
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