El Wing Chun es una forma de kungfú cuyo principal impulsor fue el maestro Foshan Ip Man (1893-1972).
Reportaje de
Joan Ramon Armadàs
何维柯
Ip Man enseñaba a todos sus estudiantes de manera diferente. Su manera de enseñar dependía de la habilidad natural de sus alumnnos y su personalidad. Ip Man comprendía así cómo el Wing Chun se adaptaría mejor a cada uno de ellos. Su discípulo más célebre fue el artista Bruce Lee.
El Wing Chun, el kungfú , Bruce Lee e Ip Man
La internacionalización del kungfú es en gran parte atribuible a un hombre convertido hoy en un símbolo: Bruce Lee. Él llevo el kungfú a lo más alto y todavía hoy se recuerda y reivindica su legado. Pero este actor creador de la variante del Jeet Kun Do fue tallado por un hombre y un arte marcial anterior: su maestro Ip Man. Foshan Ip Man fue el gran maestro y virtuoso de la disciplina del Wing Chun. Él y Bruce Lee son el origen de este auge mundial que puso Hong Kong y Cantón (Guandong) en un sitio destacado en el mapa del mundo.
El origen del Wing Chun
Nadie duda que Ip Man es el hombre que llevó el Wing Chun a lo más alto. Pero esta forma de kungfú cuyo nombre significa en cantonés «admirar la bella primavera» nació a finales del siglo XIX. El mismo Ip Man contaba al explicar el origen del Wing Chun que los albores de esta disciplina se debían buscar en la figura de dos mujeres. Estas fueron la vendedora de tofu Yim Wing Chun y la monja shaolin Ng Mui. Para limitar el desarrollo del templo Shaolin del sur, el gobierno de la dinastía Qing quemó diversos centros de culto budista forzando a maestros y alumnos a dejar la provincia de Henan, cuna del kungfú Shaolín. Cuenta la leyenda que, cerca delmonte de Tai Leung, la joven y bella Yim iba a ser forzada a casarse contra su voluntad. Asustada y contrariada ante esta imposición buscó la ayuda de la Ng Mui, una de les supervivientes del ataque a los templos budistas de Henan. La monja le enseñó a defenderse basando su técnica en la observación de las luchas entre las serpientes y las grullas. Después de este entrenamiento, Yim Wing Chun retó a su pretendiente a luchar contra ella ligando su futuro matrimonio al resultado de la batalla de manera que si ella ganaba quedaría libre de dicho compromiso. Yim, obviamente ganó, y pudo casarse con su verdadero amor, el comerciante de sal Leung Bok-Chau.
Esta bonita historia es, sin embargo, solo una lejana aproximación al verdadero despertar del Wing Chun que no llega hasta ya entrado el siglo XX de la mano del maestro de Foshan Ip Man. Cuando Yip empezó a enseñar artes marciales en Foshan ya había vivido en la gran Hong Kong una temporada. Allí observó que las artes marciales tomaban diferentes formas y las distintas escuelas competían para ser consideradas la mejor opción para aprender kungfú. Pero en su tierra natal no fundó una escuela sino que, como era tradición en el kungfú shaolín, traspasó sus conocimientos a unos pocos discípulos. Pero eran tiempos agitados. La invasión japonesa y la guerra civil china obligaron a Ip Man a dejar Foshan y volver a Hong Kong donde sí que fundaría su escuela de artes marciales enseñando las técnicas del Wing Chun que aún hoy son practicadas en todos los continentes. Al principio su negocio no fue demasiado próspero. En la gran ciudad había mucha competencia y no era fácil sobresalir en un entorno en el cual había grandes escuelas ya arraigadas al territorio con experimentados e incluso famosos maestros. Pero dos hechos dieron a las lecciones de este cantonés el empujón para convertirse en leyenda. El primero es su el trato que daba a sus pupilos. Ip Man enseñaba a todos sus estudiantes de manera diferente, dependiendo de su habilidad natural, la personalidad y la comprensión de cómo sentía que el Wing Chun se adaptaría mejor a ellos. Su alumno estrella Bruce Lee inmortalizaría este concepto en la famosa frase “Be water my friend / Sé agua, amigo mío”. En el fondo el actor utiliza esta metáfora para definir uno de los conceptos básicos de ese Wing Chun. Es mejor no tener forma definida (adaptarse a las circunstancias). Así, el agua tiene forma de botella cuando entra en una botella y forma de tetera cuando está en una tetera. Siendo como el agua fluiremos y lograremos adecuarnos a las adversidades que vendrán. En conclusión, no hay una enseñanza válida universalmente pues cada persona debe utilizar las artes marciales según sus características y potencial.
La esencia del Wing Chun
La segunda causa del éxito de Ip Man fue su método de entrenamiento. El maestro Ip no enseñaba la efectividad cortoplacista de los golpes. Prefería un entrenamiento con lentitud, paciencia y perseverancia. Antes de enseñar un golpe letal hacía practicar a sus alumnos el mismo movimiento lentamente centenares de veces. Este hecho hizo que muchos de sus discípulos lo abandonaran. Esperaban resultados rápidos. Pero la templanza y el dominio del equilibrio eran conceptos claves para el maestro. Hay que controlarse a uno mismo para poder controlar el rival. La impaciencia lleva al descontrol y a un uso inadecuado de la fuerza. Otra de las célebres aportaciones de Ip Man a las artes marciales fue el uso del maniquí de madera. Un simple tronco con extremidades artificiales era suficiente para ensayar y poner en práctica los movimientos aprendidos. El tronco conduce a la concentración y equilibrio necesarios a la vez que permite desarrollar los movimientos de las manos en contacto con las tres extremidades superiores del maniquí. Finalmente Ip Man fue reconocido y admirado en Hong Kong entre los grandes del kungfú. A pesar de ello su idea de poner paz entre las escuelas de kungfú del norte y el sur de China y unirlas sin que determinado estilo sea el ganador fracasó. A principios de diciembre del año 1972 murió a los 79 años afectado por un cáncer de garganta poco antes de la muerte que su aventajado alumno Bruce Lee. Este ya sabía lo que era el cine pero hemos tenido que esperar algunas décadas para que el séptimo arte tratara a Ip Man como se merecía. En el año 2008 el popular actor Donnie Yen se puso en la piel del maestro en una película que fue un éxito en China y en todo el mundo y que tendría su secuela en el año 2010. El mismo actor ha confirmado ya su implicación en una tercera parte que se estrenará en 2015. También el director Wong Kar Wai ha basado su reciente obra The Grandmaster en la figura de Ip Man. En esta ocasión Tony Leung y la actriz Zhang Ziyi llevan el peso interpretativo en una obra más intimista alejada de las superproducciones de acción.
El legado
La disciplina de Ip Man, como hemos dicho, ha llegado muy lejos. En el fondo, tanto en el Wing Chun como, por ejemplo, el kungfú shaolín del que de alguna manera bebe la paz interior y la concentración de raíz budista son conceptos básicos. Es por esta razón que a lo largo de la historia los mejores en este terreno han sido monjes o han aprendido de ellos. Siendo consciente de nuestro cuerpo y de lo que lo rodea, comprendiendo qué somos y contemplamos donde estamos, maximizamos nuestra potencial. Y si combinamos esta observación con disciplina y una técnica aprendidas con el debido esfuerzo lograremos sobresalir en las artes marciales. De hecho, el Wing Chun es para muchos una manera de vivir y entender la vida. Algo que no solo sale a la luz en determinado momento de lucha sino que viaja contigo a todas horas y en todo momento. Y no nos debe resultar extraño. A nadie le parece raro que pintores como Dalí o Picasso dedicaran su vida a pintar. Pues maestros como Ip Man y tantos otros eran, de una manera distinta, también artistas. Eran artistas marciales.
Beijing es Pekín: el Templo del Cielo en la capital China. Foto: 123RF.
Beijing es Pekín. La capital de la República Popular de China ha sido conocida en Occidente como Pekín hasta hace unos años que recuperó su nombre original. Es el resumen de razas, cultura e historia en Asia del país más poblado de la tierra.
Beijing es Pekín. Beijing significa literalmente “la capital del Norte” –běi, norte, jīng, capital- y demuestra su poder frente a Shanghai como centro económico y cultural de China. Ambas ciudades han sufrido en los últimos años la mayor transformación urbanística, social, comercial y humana que se haya experimentado recientemente en una urbe del planeta.
Beijing es Pekín, el resumen de lo chino
Es la ciudad-hogar de burócratas, altos cargos militares, hombres de negocios, nuevos ricos, diplomáticos de todo el mundo, estudiantes, artistas y gente corriente. Beijing es el crisol donde convergen el idioma oficial chino mandarín con los dialectos de las 56 nacionalidades que habitan en todo el país. Es sede de diversas religiones —budismo, confucionismo, taoísmo, cristianismo e islamismo— y amparo de múltiples escuelas de pensamiento. Si buscamos inspiración para el desarrollo personal de tàijíquán, gōngfū, qìgōng o fēngshuǐ estamos en el sitio correcto. Las calles de Beijing son el resumen lo auténticamente chino.
Sus entrañas son un laberinto imperfecto de callejuelas estrechas —hutong—, muros rojizos, paredes grises, museos y rascacielos entre vertiginosas autopistas. Beijing muestra su mezcla de tradición china con la modernidad de un país occidental. Sus tejados puntiagudos y túneles, sus templos, parques lagos y mansiones son testigos de una urbe gigantesca en constante movimiento.
Los estereotipos de Beijing
La estampa más estereotipada de Beijing es la de sus ciudadanos montados en bicicleta. También pertenece a esta categoría la de la Puerta de Tian’anmen con el retrato de Mao Zedong. Y los eternos atascos entre contaminación aérea. Todo ello coexiste con otros elementos más culturales como imágenes las máscaras de la Ópera de Beijing, la Gran Muralla y la alegría de los beijineses.
Datos geográficos y de población
Rodeada de montañas por el norte y por el oeste, el área municipal de Beijing tiene una extensión de 16.800 kilómetros cuadrados. Los límites de la ciudad se extienden en un radio de 80 kilómetros y de ella dependen administrativamente catorce distritos urbanos de la periferia.
La mejor época para visitar Beijing es de abril a junio y de septiembre a principios de noviembre. El verano es muy caluroso y sofocante, mientras que el invierno es gélido y seco, llegando a alcanzar las temperaturas los veinte grados bajo cero. Durante la primavera las tormentas de arena procedente del desierto de Gobi son constantes.
Con una población cercana a los 20 millones de habitantes y una inmigración ilegal de campesinos de más de un millón, Beijing está habitada mayoritariamente por chinos han, mientras que el resto de sus residentes pertenecen a alguna de las tantas minorías étnicas.
La introducción durante los últimos años de una política de apertura ha resultado en una fiebre consumista, un auge económico y un desarrollo descontrolado de la ciudad. Cientos de rascacielos se elevan hacia el cielo de Beijing mientras nuevos centros comerciales se inauguran constantemente.
Historia y cultura
Aunque los datos que poseen los estudiosos no son del todo claros, la historia de la ciudad de Beijing podría tener algo más de 3.000 años. Fundada en un principio como puesto fronterizo y comercial entre los mongoles y coreanos por el norte y las tribus de Shandong y del centro de China por el sur, se convirtió en la capital del reino Yan durante el Periodo de los Estados Combatientes (476-221 a.C.) y recibió el nombre de Ji.
Durante la dinastía Liao (916-1125) cambió su denominación por la de Yanjing –capital de los Yan-. En 1215, el guerrero mongol Genghis Khan la bautizó como Dadu –gran capital-, mientras que durante la dinastía Ming (1368-1644), la ciudad fue conocida como Beiping —paz del norte—.
En 1400, el mayor arquitecto de la historia de China, Yongle, la rebautizó como Beijing —capital del norte—, nombre que perdura hasta la actualidad, y construyó en ella la mayoría de palacios, templos y monumentos que se pueden admirar todavía hoy en día.
Durante el periodo de la dinastía manchú Qing (1644-1911) la ciudad se extendió y sufrió los mayores cambios y revoluciones que nunca haya imaginado. Así, se produjeron acontecimientos que marcaron para siempre la historia y la faz de la ciudad. En 1860 las tropas anglo-francesas invadieron la capital y destruyeron el antiguo Palacio de Verano –de las que aún se conservan las ruinas-, mientras tanto, tuvo lugar la Rebelión Taiping (1850-1868) y tras finalizar ese siglo la Rebelión de los Bóxers en 1900 en contra de la presencia extranjera consentida por el régimen autoritario de terror y corrupto de la cruel emperatriz Cixi (1834-1908). A todo esto le siguió el destronamiento de Puyi, último emperador de China, la revolución de 1911 donde el Kuomintang –Partido Nacionalista-, dirigido por Sun Yatsen, fundó la República China, a continuación la invasión japonesa de 1937; la revolución comunista de 1949 liderada por Mao Zedong y la Revolución Cultural de 1966. Poco después, el programa de modernización de 1979 lanzado por Deng Xiaoping; la apertura de los años 90; la presidencia de Hu Jintao, el crecimiento desmesurado de la ciudad con nuevos barrios, la construcción de hasta seis cinturones de circunvalación, una decena de nuevas líneas de metro, cientos de calles, autopistas, puentes y avenidas de nuevo corte y la celebración de las Olimpiadas Beijing 2008. Un proceso realmente vertiginoso para ese breve periodo de tiempo.
Culturalmente hablando Beijing tiene mucho que ofrecer durante todo el año. Desde música tradicional china hasta ópera, pasando por pintura, caligrafía, antigüedades, literatura, artes marciales, acrobacias o exposiciones de arte moderno, tendencia que está en alza y que alcanza ya un nivel internacional de primer orden.
La lengua más hablada en Beijing es el chino mandarín o pŭtōnghuà, aunque la gente local y originaria de la ciudad habla běijīnghuà, es decir, el dialecto de Beijing. El inglés es bastante limitado y se reduce casi exclusivamente a lugares muy turísticos, a taxistas aviesos y a gente joven ávida de practicarlo.
Atractivos turísticos y naturales
Conocer Beijing en una sola visita es misión casi imposible, a no ser que se disponga de mucho tiempo. Al tratarse de una capital con una larga historia, alberga numerosos monumentos y lugares de interés turístico que vale la pena conocer. Muchos de ellos son visitados únicamente por lugareños, extranjeros que viven en la ciudad o por foráneos que la han frecuentado en numerosas ocasiones.
Los puntos de interés más importantes de Beijing son la plaza de Tian’anmen —su traducción sería Puerta de la Paz Celestial— donde se haya, además del Palacio del Pueblo y del Museo de Historia —renovado recientemente—, el Mausoleo de Mao, la puerta de Tian’anmen —con el famoso retrato de Mao Zedong—, la Ciudad Prohibida —también conocida como el Palacio Museo—, la puerta Zhengyang, la calle Qianmen –recién restaurada- y el Palacio de la Ópera. También cabe destacar como lugares de interés turístico el Palacio de Verano, el Templo del Cielo, el Templo Lama, las callejuelas o hutong, la calle comercial Wangfujing —con el mercado nocturno de comidas—, el Templo de Confucio, el Parque Beihai, la Colina del Carbón, la calle de las antigüedades Liulichang, el Parque Ritan, el Lago Houhai, la calle tibetana Yandaixiejie, el barrio de arte moderno 798, el Zoológico, la Torre de la China Central Television (CCTV), el Monumento al Milenio, la Ciudad Olímpica, la Gran Muralla y las Tumbas Ming entre otros.
Además, existen otras puertas, templos menores y lugares de interés propio que también valen una visita, como son la Torre de la Campana, la Torre del Tambor, el Antiguo Observatorio Astronómico, el Puente Celestial, la Universidad de Beijing, las ruinas de Yuanmingyuan, las Colinas Perfumadas, las Catacumbas, el Templo de la Nube Blanca (taoísta), el Templo del Buda Durmiente o el Templo de la Stupa Blanca, el Parque de las Minorías Étnicas o El Templo de la Tierra, por nombrar algunos.
Los amantes de la cultura y el espectáculo podrán disfrutar con una actuación de la Ópera de Beijing o Jīngjù, de acrobacias chinas o de bailes de las minorías étnicas.
La Gran Muralla, atracción turística de China por excelencia, se puede visitar en cinco lugares más o menos cercanos a la capital. De ellos, Badaling, a 70 kilómetros de Beijing, es el punto más concurrido, reconstruido y turístico. Lleno de tiendas, teleféricos, restaurantes y cines de tres dimensiones, parece más un montaje para excursiones rápidas que un lugar de interés histórico mundial con el título de Patrimonio de la Humanidad. Los que van en excursiones organizadas, suelen visitar en el camino hacia la Gran Muralla una fábrica de perlas, una fábrica de cloisonné y una fábrica de seda, donde se espera que hagan algunas compras. Juyongguan es la parte de la Gran Muralla que más presenta un aspecto de fortaleza militar y tiene un recorrido muy largo y empinado. Por su parte, Mutianyu, en el distrito de Huairou, a 90 kilómetros, ofrece una visión de la Gran Muralla menos bulliciosa, más tranquila y está rodeada de vegetación y montañas escarpadas; mientras que la zona de Simatai, a 110 kilómetros en el distrito de Miyun, es la menos visitada y restaurada, por tanto, la más salvaje y original, con un aspecto parecido al que tuvo en su época. De hecho, con sus 135 atalayas y sus 19 kilómetros de longitud, está considerada como la mejor de toda China.
También a las afueras de la ciudad, se pueden visitar las Tumbas Qing, Chengde —la ciudad que alberga el Pequeño Potala—, Qinhuangdao —donde la Gran Muralla acaba literalmente en el mar—, las grutas de Yungang en Datong, la montaña Wutai, la bella ciudad de Pingyao o Tianjin —el puerto natural de Beijing—.
Comidas, compras y ocio
El plato más famoso de Beijing es, sin duda, el Pato Laqueado (en chino Běijīng kǎoyā o 北京烤鸭). Cocinado tras una elaboración tradicional y costosa que hace que la piel del pato quede sabrosa, fina y crujiente, con muy poca carne, este manjar es de obligada degustación para todo el que visita la capital china. Se come acompañado por unas tortitas de harina, ajo puerro en tiras finas y salsa de harina fermentada. El cocinero suele trinchar el pato enfrente de los comensales en una especie de ceremonia que vale la pena contemplar, pues en sí supone todo un arte.
La gastronomía china, y por tanto la de Beijing, es muy rica y variada. Destacan los jiǎozi –ravioles chinos al vapor- rellenos de carne o verduras, los bǎozi —panecillos al vapor—, los rollitos de primavera, la pasta y las batatas cocidas. Además, existe una gran variedad de platos de carne de cerdo, ternera y pollo, donde el Gōngbāo jīdīng —dados de pollo con cacahuetes— es el más famoso.
Beijing es también un paraíso para las compras. Cuenta con diversos mercados callejeros en los que se puede adquirir todo tipo de artículos de vestir y de regalo a precios muy económicos. El Mercado de la Seda —conocido en chino como Xiùshuǐjiē o 秀水街— es el preferido no sólo entre los turistas amantes del regateo feroz, sino también entre los propios beijineses con ganas de adquirir auténticas gangas, aunque en la zona diplomática destaca también el Mercado Yaxiu —igual que el anterior, pero más tranquilo—. En ellos se puede discutir el precio y obtener una prenda de seda o algodón o un artículo de artesanía por un importe más que razonable. El Mercado Ruso —llamado en chino Yǎbǎolùo 雅宝路— es el más grande de todos los mercados de Beijing, frecuentado por europeos del Este y el que ofrece mejores ofertas y más variedad, aunque la calidad no es muy buena. En el Mercado de las Perlas —en chino Hóngqiáo shìchǎng o 红桥市场— se pueden adquirir perlas tanto chinas como japonesas, mientras que en el Mercado de la Artesanía o de los Campesinos —en chino Pānjiāyuán o 潘家园— se encuentra lo mismo que en cualquier rastro español, pero en versión china, destacando la artesanía de las minorías étnicas y muebles y libros antiguos perteneciente a la zona rural.
Wangfujing (o 王府井) es la calle peatonal y comercial por excelencia en Beijing. El lugar ideal para perderse en miles de tiendas y grandes almacenes de lujo todo el día —destacan el Oriental Plaza, los Grandes Almacenes Beijing y el Xindong’an Plaza—, además de albergar la famosa Librería de Lenguas Extranjeras de Beijing. Xidan (o 西单) es otro centro comercial muy visitado donde las tiendas de ropa barata de marca le asaltan a uno a cada paso. Para teléfonos móviles y aparatos electrónicos, nada como Gongzhufen o Zhongguancun.
Por su parte, las antigüedades, la artesanía y el arte tradicional de calidad se pueden adquirir a buenos precios en la calle Liulichang, mientras que en el barrio de arte moderno 798 hay todo tipo de obras de prestigiosos artistas de renombre mundial y galerías con tiendas exclusivas y de diseño.
Desplazarse por Beijing es relativamente sencillo gracias a la gran cantidad de taxis de bajo precio. El metro ha crecido en número de líneas y alcanza a muchas áreas de la ciudad. Los autobuses de línea son numerosos, baratos y suelen ir siempre llenos. Los que llevan aire acondicionado son más caros. Actualmente existe también una línea de tren rápido que te lleva desde la estación de Dongzhimen hasta el Aeropuerto Internacional de Beijing a un precio muy razonable y en muy poco tiempo.
El eje central que divide a la ciudad
El eje central de Beijing va a ser renovado por completo como parte de la solicitud como Patrimonio Cultural de la Humanidad que tiene pensado reivindicar el ayuntamiento de la capital china. A lo largo de una línea imaginaria que divide la ciudad en dos por su propio centro estratégico y físico existe una serie de edificaciones históricas que van a sufrir una transformación especial para poder incluirlas dentro de la lista del Patrimonio Cultural de la Humanidad. Se trata de, comenzando de norte a sur, la Puerta Di’anmen —la cual será reconstruida en su totalidad tras haber sida demolida en 1955—, la Puerta Shenwumen, la Puerta Qianqingmen, la Puerta Taihemen, la Puerta Wumen, la Puerta Duanmen, la Puerta Tian’anmen, la Puerta Zhengyangmen —más conocida como la Puerta Qianmen— y la Puerta Yongdingmen. La columna vertebral que divide en dos a la ciudad y que pasa por en medio de la Ciudad Prohibida concluye, en realidad, en la Torre del Tambor y la Torre de la Campana, al norte del palacio imperial.
La planificación de una ciudad con un eje central simétrico norte-sur es, en realidad, única en la arquitectura urbana de la historia de la humanidad y tiene una longitud total de 7,8 kilómetros. Durante la ceremonia de inauguración de las Olimpiadas de Beijing 2008, el mundo quedó boquiabierto ante los espectaculares castillos de fuegos artificiales lanzados a lo largo del eje de la ciudad que fueron explotando uno a uno hasta llegar al Estadio Olímpico desde el mismo corazón de la Plaza de Tian’anmen.
En la antigüedad, se le conocía al eje central como “la vena del dragón” y era un símbolo imperial, pues los emperadores pensaban que ellos eran el centro del mundo y sus palacios debían estar construidos en ese eje. Las puertas, además de servir de entrada a la ciudad, hacían las veces de sistema defensivo y estaban unidas por una muralla que circundaba la ciudad. Aunque la mayoría de las puertas fueron derribadas para construir un sistema de autopistas que albergara el creciente tráfico de la capital china, esos puntos estratégicos conservan todavía el nombre de la puerta original y también nombra al barrio que la rodea. Ahora, el proyecto de restauración logrará que todas las puertas se alcen de nuevo en el paisaje de Beijing y que le devuelvan a la ciudad la grandeza de la época de la dinastía Qing (1644-1911).
China en el siglo XXI, de Marcelo Muñoz de la editorial Centro de Estudios Financieros ofrece la mirada hacia el futuro del gigante asiático desde la experiencia personal de un emrpesario español conocedor de la idiosincracia china. Foto: 123RF.
«China en el Siglo XXI» de Marcelo Muñoz ofrece una exploración minuciosa y perspicaz de la emergencia de China como una superpotencia global en el mundo contemporáneo. Muñoz, con una trayectoria profesional destacada y una experiencia personal significativa en China desde 1978, aporta un análisis detallado de los factores cruciales que han impulsado a este gigante asiático a la vanguardia del escenario mundial. El libro es un estudio profundo que abarca una variedad de aspectos, desde la evolución del comunismo en China y su singular versión del socialismo, hasta el dinamismo de su economía digital y los avances en campos como la educación y la investigación.
Un reportaje de Confuciomag
La experiencia personal de Marcelo Muñoz ha inspirado La China del siglo XXI (Ed. CEF, 2018) y que, solo por ello, ya merezca la pena leerlo. La autoría corresponde al empresario español Marcelo Muñoz (Jaraíz de la Vera, 1934) quien llegó a China en 1978. En este libro, junto con El enigma chino (2007) y China 2050 (2011), radiografía con precisión milimétrica todas las circunstancias que han llevado al gigante asiático a su “reemergencia”. Porque, como el mismo Muñoz advierte, «el ascenso de China no es una emergencia si nos atenemos a los datos históricos». Y solo una cifra lo avala: hasta casi la primera mitad del siglo XIX, el Producto Interior Bruto (PIB) chino ha representado entre una quinta parte y un tercio del de toda la humanidad.
Hay muchos números, datos, estadísticas y otras curiosidades, si bien no empañan el disfrute de una redacción que está planteada a la manera “socrática”, es decir, como si mantuviera una conversación con alguien que le formula preguntas y el autor las contesta razonadamente. Y, además, se permite pronosticar que “el siglo XXI es el siglo de China y será un paso importante en el progreso global”. En su exhaustivo repaso a la mayoría de indicadores socioeconómicos procedentes de aquella parte del mundo, no deja de lado lo que califica como “desafíos del siglo XXI” y que centra en retos para los próximos decenios como la educación superior, la protección medioambiental, la explosión turística, las relaciones internacionales, el proyecto global de la Nueva Ruta de la Seda y otros. Una apuesta personal en la que ha volcado, en este libro, su gran pasión profesional e intelectual: China.
Los desafíos del siglo XXI
Este trabajo no solo contempla las transformaciones económicas y sociales de China, sino que también aborda desafíos contemporáneos como el cambio climático, los desarrollos en comunicación cuántica y la inteligencia artificial. Además, plantea interrogantes fundamentales sobre el modelo económico y político chino, su papel como potencia global emergente y su impacto en la globalización y el poder occidental. Asimismo, Muñoz reflexiona sobre la posición de España y Europa frente a este nuevo contexto global. La obra se convierte así en un testimonio crucial para comprender el progreso sin precedentes de China en el panorama mundial, presentando una visión equilibrada y profundamente informada de sus logros, desafíos y el potencial para el futuro. A través de esta lente, Muñoz sugiere que el siglo XXI podría marcar un período significativo en el progreso global, con China desempeñando un papel central.
Qinghai: Grullas de cuallo negro volando. Foto: 123RF.
Atravesada por la Ruta de la Seda, Qinghai es una provincia con una riqueza cultural e histórica indiscutible. Dado que la mayor parte de su territorio está ocupado por montañas y altiplanos, la elevación media supera los 3.000 m. Más del 40% de su población la forman diferentes minorías étnicas entre las que destacan los tibetanos, los hui, los mongoles, los tu o los salar.
Aunque poco conocida para los turistas que llegan hasta China, las cumbres nevadas, largos ríos, lagos salados, vastas praderas, implacables desiertos y la gran riqueza de fauna y flora de Qinghai, la hacen perfecta para disfrutar de la naturaleza en su estado más puro. Su nombre proviene del lago Qinghai (青海, Qīnghǎi), que literalmente significa “mar azul”, y constituye la concentración de agua salada más grande del país.
Situada en la zona occidental de China, la provincia se asienta en el noreste de la meseta de Qinghai-Tíbet. Al norte limita con Gansu, al sureste con Sichuan, al sur y oeste con Tíbet y al oeste y noroeste con Xinjiang. Con una extensión de más de 720.000 km2 es la cuarta provincia más grande de China. Sin embargo, su población es de más de 5.800.000 habitantes (est. 2014), lo que la convierte en la segunda con menor densidad de población del país.
Dado que la mayor parte de su territorio está ocupado por montañas y altiplanos, la elevación media supera los 3.000 m. Destacan las cadenas montañosas de Qilian, en el norte; Tanggula, en el sur; y Kunlun –con cumbres de más de 6.000 m–, en el centro. En el noroeste se sitúa la cuenca de Qaidam, con una extensión de más de 250.000 km2 y una elevación media de entre 2.400 y 3.000 m. En el centro de la misma se halla la marisma salina de Qarhan. Esta árida zona tiene una precipitación media anual de tan solo 100 mm.
En el sur se encuentra la reserva natural de los Tres Ríos o Sanjiangyuan (三江源自然保护区), una de las más grandes del planeta, y que recibe su nombre por ser el lugar donde nacen los cursos fluviales del Amarillo, Yangtsé y Lancang (conocido en su tramo inferior como “Mekong”). Además de los citados, recorren la provincia más de 270 ríos y 230 lagos. Por su riqueza hídrica, la reserva natural de los Tres Ríos es conocida como “la torre del agua de China”.
Aunque se dan grandes diferencias, debido a la variedad topográfica, en general predomina el clima continental y, por ello, la mejor época para visitarla es el periodo comprendido entre los meses de mayo a septiembre.
La provincia es muy fértil en recursos naturales y en ella habitan especies como el yak, el camello asiático, el oso pardo, el leopardo de las nieves, el asno salvaje asiático o la grulla de cuello negro. De entre los miles de tipos de plantas que crecen en Qinghai, cientos tienen usos en la medicina tradicional china. Destacan la Angelica sinensis o ginseng hembra, la Ephedra sínica y la popularmente conocida como “hongo de la oruga” (Ophiocordyceps sinensis). Los recursos minerales suponen una de las mayores fuentes de ingreso para su economía, pues tiene grandes reservas de petróleo y gas.
Uno de sus mayores atractivos es su gran diversidad étnica. Más del 40% de su población la forman diferentes minorías étnicas entre las que destacan los tibetanos, los hui, los mongoles, los tu o los salar. Esta variedad cultural se refleja claramente en la mesa con una gastronomía que combina estilos y sabores. Un lugar idóneo para empaparse al máximo de esta mezcla de aromas es Xining, la capital.
Sabores étnicos
Los productos estrella de la gastronomía de Qinghai son la carne de yak y de cordero, el “hongo de la oruga” y el pescado. Debido a su altitud, las verduras y frutas que se cultivan en la provincia son limitadas. Los métodos de cocción y las especias que se utilizan son el reflejo de la gran heterogeneidad étnica y cultural de su cocina. Algunos de los platos más afamados son los fideos de cordero salteados, los pastelillos de la luna de Qinghai, los jiaozi o empanadas chinas al estilo hui, y el yogur de leche de yak.
Lugares por descubrir
Xining (西宁) está situada en el noreste a una altitud aproximada de 2.275 m. En su día fue una importante parada en la Ruta de la Seda lo que contribuyó en gran medida a la prosperidad de la urbe. Durante siglos sirvió como una importante puerta de acceso desde las tierras de la Llanura Central hacia los Territorios del Oeste. Hoy en día, y gracias al desarrollo de las infraestructuras ferroviarias, continúa siendo un punto clave para garantizar las redes de transporte. Es aquí donde se encuentra la intersección entre las líneas férreas de Lanzhou-Qinghai y Qinghai-Tíbet. Además de ser el centro provincial de comunicaciones, es también el núcleo económico, educativo, político y cultural.
Para quienes visiten la capital son de parada obligatoria la mezquita Dongguan, construida originalmente en el siglo XIV; el templo taoísta de la Montaña del Norte, un lugar especial por sus grutas centenarias; y el monasterio Ta’er (conocido también como Kumbum), con más de 600 años de historia.
A unos 150 km de la capital se encuentra el Qinghai, que se formó hace millones de años. En la orilla oeste se encuentra la Isla de los Pájaros, que hoy en día es una península. Entre marzo y mayo se convierte en un lugar de culto para ornitólogos y amantes de la fotografía.
La industrial ciudad de Golmud, la segunda más grande de la provincia, se desarrolló durante la construcción de la autovía y el ferrocarril Qinghai-Tíbet. Este es el lugar de partida para explorar lugares de gran interés paisajístico como la marisma salada Qarhan, la cadena montañosa Kunlun o la Reserva Natural Nacional de Kekexili.
La numerología en China se concibe como algo más que hablar de números o que hacer números. Aparte de su relación, o no, con la fortuna, que se analizará a continuación, su nombre en esta lengua sugiere algo más que su propio valor contable. El pensamiento antiguo relacionó durante siglos la ciencia numérica con la adivinación, o con la construcción de una idea simbólica.
Merece una especial consideración el Libro de las mutaciones (易经, Yì jīng), uno de los Cinco Clásicos confucianos. La obra, escrita hace más de tres milenios, establece 64 conjuntos de 6 líneas o hexagramas (卦, guà). Cada una de ellas es una figura compuesta de 6 líneas horizontales apiladas (爻, yáo). A su vez, cada línea es yang o yin según sea su composición: ininterrumpida o sólida para el primero o abierta, rota o quebrada con un hueco en el centro para el segundo. Si se alternan 6 de estas líneas de abajo hacia arriba se obtienen 64 combinaciones posibles y, por tanto, el mismo número de hexagramas.
El propio Laozi, en su obra Del Dao a los diez mil seres, señala la siguiente correspondencia numérica:
«El Dao engendra el Uno Uno engendra Dos Dos engendra Tres Y Tres, a los diez mil seres».
“道生一,
一生二,
二生三,
三生万物”。
Se trata de la descripción de un proceso que se despliega hacia la infinitud de la multiplicidad a partir de un único origen. Llega más lejos esta interpretación numérica al extenderse hacia el lenguaje constituido por la combinatoria de los hexagramas para producir una figuración estructurada de un mundo en el que todo es signo.
No debe sorprender que, ante tales antecedentes, se pueda sentenciar que los números siempre han desempeñado un importante papel en la cultura china puesto que, desde la antigüedad, se han asociado con la suerte. Por dicha razón, esta civilización tiene especial consideración en su día a día con los números auspiciosos, como por ejemplo cuando compran un número de teléfono, una casa, o eligen las fechas para ceremonias especiales y otros acontecimientos. Siempre se recuerda que los Juegos Olímpicos de Beijing se inauguraron a las 8 horas y 8 minutos del día 8 del mes 8 del año 8. Un repaso a su significado depara la amplitud de su polisemia.
Ilustraciones de Xavier Sepúlveda
El uno (一, yī): es un número que puede ser afortunado o no.
El uno es independiente, ambicioso y creativo. Es el número de mayor complejidad en la cultura china, puesto que significa el comienzo, el origen y el todo, según Laozi (老子). En el taoísmo, el “uno” significa “unidad”. Su combinación tiene un significado positivo, como 1314, puesto que su pronunciación es similar a la frase “一生一世” (Yīshēng yīshì), que podría traducirse como “para siempre”.
El dos (二, èr): es un número afortunado.
Muchas celebraciones vienen marcadas por el número dos, como por ejemplo en el Año Nuevo Chino, ya que los pareados (对联) se colocan simétricamente a ambos lados de la puerta. En las bodas tradicionales chinas se incluye la palabra: “囍” (shuāng xǐ), que es la combinación de dos caracteres “喜”, y significa “felicidad”.
El tres (三, sān): es un número también afortunado.
La pronunciación de “三” suena similar a la de “生” (shēng), que significa “nacer” o “vida”. Este carácter tiene una connotación positiva en China.
El cuatro (四, sì): es un número a evitar
Debido a su similitud con el carácter de “muerte” (死, sǐ), este número se evita en direcciones, números de identidad, teléfonos, matrículas de vehículos, casas, etc.
El cinco (五, wǔ): es un número ambivalente.
Dependiendo del contexto, el número cinco puede estar asociado con la buena y la mala suerte. “五” suena similar a “无” (wú), que significa “no”, “sin” en chino y puede entenderse como bueno o malo. Pese a ello, se asocia con la buena suerte ya que tradicionalmente está relacionado en la cultura china con los cinco elementos 五行 (wǔ xíng).
El seis (六, liù): es un número que trae buena suerte.
El seis está generalmente considerado como un número de la suerte en China, puesto que suena como “流” (liú), literalmente “fluir” ; y como «溜» (liū) que signigica «sin problemas», «con fluidez». Para muchos negocios, el número 6 aporta fortuna. A diferencia de occidente, donde el número 666 está asociado con el demonio, muchos seis son buen augurio en China.
El siete (七, qī): es un número que puede conllevar, o no, la fortuna.
Al igual que el 5, el 7 podría ser también positivo o negativo. 7 suena como 起 (qǐ), que significa “empezar”. Por otra parte, 气 (qì), significa “energía vital”. Por ello, este número se ha visto como un buen número en lo que a las relaciones personales se refiere. Pero este número también puede ser negativo puesto que tiene una pronunciación similar a 欺 (qī), literalmente “engañar”.
El ocho (八, bā): es un número con muy buena suerte.
El 8 es el número más afortunado en la cultura china, puesto que 8 (八) suena parecido a 发 (fā), que significa “próspero”, “fortuna”. Igual que se evitarán los cuatros, se intentará poner el número 8 siempre que sea posible.
El nueve (九, jiǔ): es un número afortunado.
Suena como “久” (jiǔ), que significa “eternidad” en chino. Este número, en bodas y diferentes celebraciones está siempre asociado con la longevidad. Además, tradicionalmente el número 9 siempre ha estado asociado con el emperador (la ciudad prohibida tiene 9.999 habitaciones).
El té de los Ocho tesoros no sólo necesita ocho incredientes, también requiere un juego de té de tres piezas: debajo está la base, en medio el cuenco de té y encima la tapa que lo cubre. Foto: 123RF.
El tradicional té de los ocho tesoros (八宝茶, bābǎochá) servido en un juego de té sanpaotai (三炮台), es muy popular en amplias áreas de China debido a sus beneficios sobre la salud: alimenta la energía yin y mejora las funciones pulmonares, alejando la sequedad de garganta.
Durante los calurosos meses de verano, la gente prefiere tomar bebidas frías para refrescarse. Sin embargo, beber té también puede ayudar al cuerpo a refrigerarse y a aplacar la sed, ya que promueve la secreción de saliva y repone los fluidos corporales.
El té sanpaotai (三炮台) –también conocido como té del “cuenco tapado” (盖碗茶, gàiwǎnchá)– recibe su nombre del recipiente donde se sirve, un juego de té de tres piezas: debajo está la base, en medio el cuenco de té y encima la tapa que lo cubre. El conjunto se asemeja en su forma a la de una batería de artillería, de ahí su nombre (sanpaotai), que significa literalmente “tres piezas de artillería”. Entre los muchos tipos de té sanpaotai encontramos el de azúcar moreno, el verde con azúcar blanco, el de terrones de azúcar, el de tres sabores, el de cinco sabores y el de los ocho tesoros. Como bebida tradicional de la etnia hui, el té de los ocho tesoros (八宝茶, bābǎochá) servido en un juego de té sanpaotai, se suele utilizar para recibir a familiares y amigos en la provincia de Gansu y en la región autónoma hui de Ningxia. Son muchos los beneficios que este fragante y dulce té tiene sobre la salud: alimenta la energía yin y mejora las funciones pulmonares, alejando la sequedad de garganta. Por todo ello, es tan popular en muchas áreas de China.
¿Qué requisitos y pasos debemos seguir para preparar este aparentemente simple té tradicional? En este taller aprenderás a preparar una nutritiva taza de té de los ocho tesoros.
Ingredientes:
El té de los ocho tesoros se compone de alimentos comunes en la dieta china y que a su vez pueden aportar ciertos beneficios para la salud. La receta no se limita a los ocho ingredientes que presentamos, cada uno puede elegir otros ingredientes con similares beneficios para la salud.
Azufaifas (红枣, hóngzǎo)
Reponen la energía vital, nutren la sangre y calman los nervios
Bayas de goji (枸杞, gǒuqǐ) Tonifican el hígado y el riñón y mejoran la vista
Nueces (核桃, hétáorén)
Alivian las deficiencias y refuerzan el cuerpo, mejoran las funciones del cerebro y retrasan el envejecimiento
Fruto del ojo de dragón (桂圆, guìyuán) Nutre el corazón y el bazo, repone la energía vital y la sangre
Sésamo (芝麻, zhīma)
Restablece la energía vital, fortalece y retrasa el envejecimiento
Pasas (葡萄干, pútaogān) Renueva la sangre y calientan el riñón
Terrones de azúcar (冰糖, bīngtáng) Vigoriza el yin y promueven la secreción de saliva, estimulan los pulmones y paran la tos
Hojas de té (茶叶, cháyè)
Procedimiento:
Enjuague con agua caliente el cuenco de té, la tapa y el platillo.
Ponga la mezcla del té de los ocho tesoros en su recipiente.
Vierta agua hirviendo, agite el cuenco suavemente con la tapa cerrada, y después deseche el agua. Vierta de nuevo agua hirviendo sobre el borde del cuenco; cúbralo con la tapa y espere a que repose.
Sujete el platillo con la mano izquierda. Con la mano derecha, sujete el cuenco y la tapa. Recline el cuenco y sorba el té lentamente. Humedecerá su garganta, refrescará su mente y reducirá su nivel de estrés, proporcionándole una sensación relajante.
El cuenco tapado. El juego de té sanpaotai:
El cuenco tapado también se conoce como “cuenco de las tres virtudes” (三才碗, sāncáiwǎn). La tapa representa el cielo, el platillo la tierra y el cuenco las personas. En su conjunto los tres simbolizan la relación armoniosa entre el hombre y la naturaleza.
El té maofeng,uno de los diez mejores tés de China, proviene de la montaña de Huangshan, al sur de la provincia de Anhui. La humedad y sus más de 700 m de altitud hacen que sea un lugar privilegiado para la cosecha de esta preciada infusión de hojas verdes.
En Huangshan (黄山; literalmente “Montaña Amarilla”), al sur de la provincia de Anhui, se puede encontrar uno de entre los diez clasificados como mejores tés de China: el té maofeng (毛峰茶). La humedad y sus más de 700 metros de altitud hacen que sea un lugar privilegiado para la cosecha de esta preciada infusión de hojas verdes. Su nombre “maofeng” hace honor tanto a la fina película de pelo (毛, máo) blanco que recubre sus hojas, como al paisaje característico de la Montaña Amarilla, con pinos de peculiares formas que crecen en la mismísima cima de la montaña (峰, fēng). Un buen número de literatos han sido atraídos por la belleza y la majestuosidad de sus numerosas cimas. Diferentes poetas como Li Bai (李白, 699-762), Jia Dao (贾岛, 779-843), Du Xunhe (杜荀鹤, 846-906) o Zheng Zhen (1199-1262), dedicaron a estas montañas algunos de sus versos:
Amanecer en la Montaña Amarilla. Zheng Zhen
Treinta y seis extraños picos, Inmortales con negros penachos. El sol de la mañana ilumina las copas de los árboles, En este mundo celestial de montañas. Habitantes de China, ¡alzad la mirada! Por mil años van y vienen las grullas. Recogiendo la leña de lugares lejanos Arrancando de sus grietas maderos.
Estas montañas sirvieron de inspiración literaria y artística así como de patria para el té maofeng. La mejor época del año para recoger las hojas de esta variedad es al principio de la primavera, justo antes de la fiesta de Qingming, la fecha que marca el comienzo de la temporada de las actividades agrícolas. Este té es tan especial que solo se recogen exclusivamente el brote y las dos hojas contiguas (que además han de ser de idéntico tamaño). Se enrollan de tal manera que se puede apreciar una fina capa aterciopelada y sedosa de apariencia brillante. El té de mayor calidad es elaborado en el mismo día que se recoge. A continuación, se procede a tostarlo en una sartén profunda, donde se saltea y agita manualmente a gran velocidad (aproximadamente unas 60 veces por minuto). Esta fase detiene el proceso de oxidación de las hojas y establece su calidad, ya que es la habilidad del manipulador la que determinará su punto óptimo: ni demasiado crudo ni excesivamente tostado. Su secado comienza a 90ºC y finaliza a 60ºC. Para su óptima degustación se recomienda utilizar un vaso de cristal o de porcelana. Popularmente se dice que la primera taza de este té verde es aromática, la segunda dulce y la tercera garantiza un sabor más intenso. El té maofeng posee las características antioxidantes de todo té verde, estimula el sistema nervioso y reduce la presión arterial.
Gran parte de los tés más destacados de China están envueltos en leyendas y el de maofeng no es una excepción. Según la tradición, en la remota area de Huangshan vivían una bella joven recolectora de hojas de té y un joven y apuesto estudiante. Ambos no tardaron en enamorarse aunque su relación no iba a ser fácil. El terrateniente también tenía sentimientos hacia la chica y, abusando de su poder, quería a toda costa casarse con ella. Para ello, fue a ver a los padres de la hermosa recolectora y consiguió que le cediesen a su hija en matrimonio. Ella acudió la noche previa a la boda a casa de su enamorado y descubrió, horrorizada, que el propietario de las tierras lo había asesinado cobardemente. La joven lloró durante días y noches hasta que ella misma acabó convirtiéndose en lluvia. Y no paró de llover hasta que, bajo sus lágrimas, nació la primera planta del exquisito té de maofeng.
Un primer origen de Wang se encuentra en los descendientes del soberano Zhou Wenwang (1152-1056 a.C.), Foto: Wikipedia.
Actualmente Wang (王, rey) es el apellido más frecuente de China. En los primeros estados, el máximo gobernante no recibía el nombre de “Emperador”, sino el de “Hijo del cielo”, “Soberano” o “Rey” (王). Es más que probable, por tanto, que el origen del apellido Wang provenga de los descendientes de los primeros soberanos de la antigua China.
En nuestra serie de artículos sobre el origen y las características de los apellidos chinos, en este número le toca el turno al patronímico Wang. En primer lugar, el carácter Wang (王, rey) es especial. Se trata de un carácter pictográfico que representa la imagen de un hacha: el trazo horizontal inferior es el filo, el intermedio el mango y el superior el ornamento tallado. Este tipo de hacha no era un arma sino un objeto ceremonial que simbolizaba el carácter sagrado del rey. En los primeros estados, el máximo gobernante no recibía el nombre de “Emperador”, sino el de “Hijo del cielo”, “Soberano” o “Rey” (王). Es más que probable, por tanto, que el origen del apellido Wang provenga de los descendientes de los primeros soberanos de la antigua China.
Según los datos oficiales de la Oficina Nacional de Estadísticas, en 2014 Wang se convirtió en el apellido más frecuente del país. De hecho, alcanza al 7,41% de la población de la etnia han y, en cifras absolutas, a casi 93 millones de personas. El origen de este apellido es muy amplio y se cuentan numerosos personajes famosos entre sus filas.
Un primer origen de Wang se encuentra en el apellido Ji (姬). Los descendientes del soberano Zhou Wenwang (1152-1056 a.C.), cuyo nombre oficial era Ji Chang, dieron lugar a tres ramas de sucesión con esta denominación. La primera fue iniciada por su 15º hijo Bi Gonggao, que adoptó el apellido Wang por sus orígenes reales. La segunda se originó con Ji Jin, príncipe heredero del soberano Ling Wang de la dinastía Zhou Oriental. A causa de sus desavenencias con el soberano, fue desprovisto de todos sus derechos reales y se convirtió en un ciudadano común. Sin embargo, siguió siendo conocido por todos como “el de la casa real”, por lo que posteriormente adoptó el apellido Wang. La tercera noción hace referencia al estado de Wei durante el periodo de los Reinos Combatientes (战国时代, 475-221 a.C.). Wei Wuji, más conocido como Xin Lingjun, fue un famoso militar y político hijo del rey Wei Zhaowang. Tras la destrucción del estado, a sus descendientes se les continuó llamando como “los de la casa real”, por lo que finalmente comenzaron a utilizar el apellido Wang.
Otro posible origen de Wang proviene del apellido Zi (子). A finales de la dinastía Shang, el último emperador Zhou Wang (1105-1045 a.C.) fue una persona libertina y sin principios. Su primer ministro, Bi Gan, intentó aconsejarle en numerosas ocasiones, razón por la cual fue ejecutado. Posteriormente, y como Bi Gan fue príncipe (王子, wángzǐ), sus descendientes comenzaron a utilizar Wang como nombre de la rama familiar, tomándolo más tarde como apellido.
Además, muchos emperadores otorgaron frecuentemente el apellido Wang. Y también fue habitual que muchos miembros de las casas reinantes de los reinos de minorías étnicas lo eligieran preferentemente por sus connotaciones de realeza y evidente conexión con el emperador. Incluso muchos que no pertenecían a la casa real lo escogían por el prestigio que suponía apellidarse Wang.
Durante la dinastía Jin Oriental (东晋, 317-420) vivió el famoso calígrafo Wang Xizhi (303-361), cuya obra Prefacio de la colección del pabellón de las orquídeas está considerada “la más hermosa caligrafía bajo el cielo”. Se cuenta que empezó a aprender esta disciplina a los siete años y desde entonces se dedicó a ella con ahínco. A menudo practicaba junto a un estanque, cuyas aguas quedaban tintadas de negro cada vez que iba. Una vez que tuvo que cambiar la tabla de madera sobre la que escribía, el carpintero se quedó estupefacto ante la fuerza de los trazos del pincel que habían dejado surcos de casi un centímetro de profundidad en la madera. Esta historia dio origen al refrán “desgastar un tercio de la madera”. Wang Xizhi estudió con reconocidos calígrafos y copió con gran esmero innumerables obras antiguas para aprender de los grandes maestros, lo que le permitió dominar a la perfección el arte de la escritura y crear su propia escuela. Continuó y desarrolló los estilos Li, Cao, Jie y Xing, e influyó profundamente en las generaciones posteriores que siguen utilizando hoy en día como modelo de estudio la obra Prefacio de la colección del pabellón de las orquídeas y a quien veneran como “Dios de la caligrafía”.
El famoso erudito y político de la dinastía Song Septentrional (北宋, 960–1127), Wang Anshi (1021-1086), es conocido en China como “el reformador del siglo XI”. Desde niño destacó por su gran inteligencia, amor a la lectura, portentosa memoria y talento. Con un estilo literario de estructura rigurosa, densidad ideológica y brillante lógica, escribió numerosos ensayos en los que retrató los males y contradicciones de la sociedad de su época. Se le considera uno de los “ocho maestros de la dinastía Tang y Song”. Ejerció durante mucho tiempo como funcionario local, lo que le permitió adquirir una profunda comprensión de los viejos vicios y malas prácticas de la época. Esto le llevó a escribir una misiva al emperador, la llamada “Carta de los diez mil caracteres”, en la que expuso la urgencia y necesidad de modificar las leyes, pero no encontró reconocimiento por ello. Más tarde, con el ascenso del nuevo emperador, fue promocionado rápidamente hasta el puesto de viceprimer ministro. Wang Anshi no defraudó la confianza depositada en él, pues fue el adalid de una profunda reforma de la economía, el ejército y los exámenes imperiales que sirvió para corregir en gran parte los problemas que él mismo había señalado. En cierta medida, Wang Anshi ayudó a cambiar la situación de debilidad de la dinastía Song del Septentrional y contribuyó notablemente a reforzar social y militarmente el estado.
Otros personajes históricos famosos, de apellido Wang, fueron los generales del reino de Qin de finales del periodo de los Reinos Combatientes, Wang Jian y Wang Bi; una de las “cuatro mujeres más bellas” de la antigua China, Wang Zhaojun; el pensador y teórico literario de la dinastía Han Oriental (东汉, 25-220 d.C.), Wang Chong; el destacado agrónomo de la dinastía Yuan (元, 1279-1368), Wang Zhen; los famosos poetas de la dinastía Tang (唐, 618-907), Wang Zhihuan y Wang Changling; y el pintor y poeta de finales de la dinastía Yuan, Wang Mian.
Emperador Yao por Kanō Sansetsu. Foto: Wikimedia Commons, dominio público.
El apellido Liu (刘,liú) es el cuarto más común entre los apellidos chinos y ha sido el más frecuente entre los emperadores chinos. Su significado original proviene de un tipo de hacha de combate de gran tamaño. Según la mitología china, Pangu creó el Universo y el ser humano usando el hacha gigante “Liu”para separar Cielo y Tierra.
El apellido Liu (刘,liú) es uno de los más comunes y extendidos de China. Su significado original proviene de un tipo de hacha de combate de gran tamaño. Según la mitología china, Pangu creó el Universo y el ser humano usando el hacha gigante “Liu”(1) para separar Cielo y Tierra.
El primer posible origen del apellido Liu
Los orígenes principales del apellido Liu podrían ser tres. El primero deriva de Qi, uno de los apellidos que adoptaron los descendientes del emperador Yao. Posteriormente, esta progenie recibió la que fuera tierra natal de Yao, el reino de Liu (刘), que se halla actualmente en el condado Tang de Baoding, en la provincia de Hebei. Con el paso del tiempo, el nombre del reino acabó convirtiéndose en su apellido y, por ello, los historiadores lo consideran el verdadero origen del apellido Liu.
El segundo posible origen
El segundo posible origen procede del apellido Ji de los descendientes de Zhou Taigong, el abuelo paterno de Zhou Wuwang que, tras morir, su sucesor Zhou Chengwang concedió la región Liuyi (刘邑) a su hijo pequeño. Sus herederos adoptaron el apellido Yi, pero las generaciones posteriores lo cambiaron finalmente por Liu.
El tercer posible origen
Y el tercer supuesto origen es la evolución que se produce a partir de otros apellidos o como uno otorgado por el emperador. Liu Bang, el primer emperador de la dinastía Han (汉, 206 a.C. – 220 d.C.), otorgó su apellido Liu a sus ministros Lei Jing y Xiang Bo. Cuando dudaba de si debía tomar Guanzhong para convertirse en emperador, Lei Jing le ayudó a planificar la estrategia que acabaría dándole la victoria. Para recompensar sus méritos, una vez en el trono, Liu Bang le concedió a Lei Jing su apellido, que posteriormente fue adoptado por sus descendientes.
Por su parte, Xiang Bo lo recibió tras proteger y salvar la vida de Liu Bang en el famoso banquete de Hongmen. Tras convertirse en emperador y para apaciguar las relaciones con el pueblo xiongnu, Liu Bang concedió en matrimonio al líder de los xiongnu una princesa han. Según la costumbre xiongnu, los miembros de la nobleza usaban el apellido materno. Por ello el linaje que dio dicha unión pasó a utilizar el apellido Liu.
Durante la dinastía Wei Septentrional (北魏, 386-534), el emperador Xiao Wendi trasladó la capital a Luoyang y transformó los apellidos compuestos de la etnia xianbei en Liu. Además, otras minorías étnicas que se adentraron en las planicies centrales también transformaron en Liu algunos de sus apellidos.
Liu Lei
Liu también ha estado asociado en la historia a personajes famosos, como Liu Lei, que fue el jefe de una tribu de la antigua China y descendiente directo del emperador Yao. Se cuenta que después de nacer tuvo los puños apretados hasta los tres años y, cuando los abrió, vieron que en las palmas de las manos tenía unas marcas de nacimiento con la forma de los caracteres “Liu Lei” (留累). Antiguamente, esos caracteres se usaban indistintamente por lo que, aunque no era su apellido original, acabó usando el nombre Liu Lei. Posteriormente, sus descendientes utilizaron Liu como apellido.
Los dragones y Liu Ley en el siglo 16 antes de Cristo
El emperador Kong Jia de la dínastía Xia (夏, 2070-1600 a.C.) fue obsequiado con dos parejas de dragones de los ríos Amarillo y Han. Enseguida, Kong Jia decició hacer de ellos su medio de transporte. Al conocer la noticia, Liu Lei se prestó de forma voluntaria para cuidar y entrenar a estos animales. Como hizo un excelente trabajo el emperador le asignó el apellido “dragón imperial” y le otorgó las tierras de Shiwei (actualmente el condado Hua de Henan). Al cabo de cuatro años uno de los dragones murió. Liu Lei decidió cocinar su carne y regalársela al emperador, quien la encontró exquisita y solicitó insistentemente a Liu Lei que le proporcionara más.
Para no poner en peligro a su clan, Liu Lei decició abandonar la capital junto con toda su familia para ocultarse cerca del lago Zhaoping al sur de Lushan. Al fallecer fue enterrado en la montaña Yao(2)del condado de Lushan. Desde entonces, los descendientes del apellido Liu consideran esta cumbre como la tierra originaria de sus ancestros.
Liu Bang (256-195 a.C.), el iniciador de la dinastía Han
Otro personaje histórico famoso de apellido Liu fue Liu Bang (256-195 a.C.), el iniciador de la dinastía Han, citado anteriormente. En la historia china está considerado como un excelente gobernante y un sobresaliente estratega y militar. De origen humilde, a finales de la dinastía Qin (秦, 221-206 a.C.) reunió a tres millares de hombres para levantarse contra el régimen opresor. Tras años de continuas luchas, finalmente venció a todos los caudillos militares y estableció la dinastía unificada Han.
Una vez en el poder reprimió las rebeliones de los antiguos príncipes feudales para consolidar la unidad recién conseguida. Al mismo tiempo comenzó a recuperar rápidamente a la sociedad del estado de miseria en el que se encontraba desde finales de Qin, e incluso desde el periodo de Primaveras y Otoños y los Reinos Combatientes. Liu Bang hizo una contribución decisiva a la unificación de la etnia han, al fortalecimiento del país y a la protección y desarrollo de esta cultura.
El desarrollo del apellido Liu
Tras cuatro siglos de unificación Han, el apellido Liu se desarrolló rápidamente y se extendió ampliamente por toda China. De ahí la letra de esta popular canción: “En todas partes Liu”.
Zhang, Wang, Li, Zhao, en todas partes Liu, generación tras generación,
grandes hombres sin excepción
Según las últimas encuestas de población, Liu es el cuarto apellido más común del país y ha sido el más frecuente entre los emperadores chinos. A lo largo de un milenio, y durante una decena de distintos reinados, un total de 59 emperadores ostentaron este apellido clave en el desarrollo de la historia china.
Notas
(1).El caracter tradicional de Liu 劉 está compuesto por 卯 (mǎo, “brotes de hierba”), 金 (jīn, “metal”) y 刀 (dāo, “cuchillo”), de ahí su significado.
(2).La montaña Yao del municipio de Pingdingshan, en la provincia de Henan, es famosa porque Liu Lei construyó allí un santuario en honor al emperador Yao. En la montaña hay una gran roca erigida verticalmente con forma humana. La leyenda señala que es el espíritu de Liu Lei que al morir se transformó en piedra. Por esta razón a esta cumbre se la conoce también como la “montaña del hombre de piedra”.
En los nombres propios chinos se coloca antes el apellido y después el nombre. Por costumbre, los apellidos en China se heredan del padre. En la antigua China las mujeres adoptaban el apellido del marido. En la China moderna, sin embargo, las mujeres conservan su propio apellido.
Los apellidos en china son un importante componente cultural de la familia. Influye en todos sus miembros. Cuando dos personas se conocen por primera vez, si poseen el mismo apellido tanto si tienen lazos de sangre como si no, son muy cordiales entre sí. Bromean con la expresión “hace 500 años fuimos familia”. Incluso llegan a indagar en sus orígenes a partir de los nombres de pila que contienen caracteres heredados de generación en generación. Si el orden de estos se corresponde, se puede averiguar la posición en la familia. Gracias a los caracteres fijos, la gente puede encontrar a sus parientes lejanos. Hay familias que celebran anualmente reuniones para honrar a sus ancestros.
Los caracteres fijos que se heredan en los nombres
Parte del nombre de pila de algunas familias viene previamente determinado incluso antes de que las generaciones futuras hayan nacido. Así, para los nombres de pila compuestos por dos caracteres, uno de ellos es fijo. Y fue elegido por un ancestro de gran prestigio que redactó una lista con decenas de caracteres. Estos caracteres tienen un orden determinado. Así se puede saber con facilidad de qué generación viene un miembro de la familia porque van cambiando a través del tiempo. Por ejemplo, los nombres de la 75ª generación de descendientes de Kong Zi (孔子, Confucio). Todos incluyen el carácter Xiang (祥). Los de la 76ª generación incluyen el carácter Ling (令). Este es el caso del exjugador de ping-pong llamado Kong Linghui (孔令辉).
Apellidos de uno, dos y tres o más caracteres
La mayoría de los apellidos en China están compuestos por un único carácter, como es el caso de Wang y Zhang. Pero también hay apellidos de dos caracteres, como por ejemplo: Sima (司马), Shangguan (上官) o Dongguo (东郭). Los apellidos de uno y dos caracteres son los más frecuentes en la etnia han, mientras que los de tres o más son propios de las etnias minoritarias. Es el caso de los apellidos Aisin-Gioro (爱新觉罗) y Borjigin (博尔济吉特), entre otros. Esto son transcripciones fonéticas de los nombres originales.
Los apellidos en China para la mujer
Antiguamente, los apellidos en China pasaban del hombre a la mujer después del matrimonio. Por ejemplo, cuando una mujer con el apellido Zhang (张) se casaba con un hombre que tenía el apellido Wang (王), su nombre pasaba a ser Wang Zhangshi (王张氏). Aquí, “shi” (氏) indica que el apellido original de la mujer era Zhang.
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